martes, 3 de abril de 2018

DOS MIL NOVENTA







Mi vida ha cambiado mucho desde que me rompí la pierna la última vez.
Ahora tengo la pierna bastante bien, pero los tendones están rotos y operarme sería una locura por la cantidad de hierros que tengo dentro y porque la rótula baila.
Además yo creo que en el hospital cogí algún virus y tengo una infección o dos, no sé cuantas pero estoy segura de que no me encuentro tan fuerte como me encontraba antes.

Ahora no me atrevo a viajar, me canso mucho.

Dentro de unos días habrá un evento en Munich y a pesar de que me gustaría ir, no sé lo que haré, no me encuentro tan fuerte como para salir de casa.

Por lo menos, me queda la satisfacción de que he ido a muchísimos lugares para estar con Prem Rawat y eso me procura una satisfacción infinita.
Gracias a las nuevas tecnologías, ahora suelen transmitir las conferencias en vivo, lo cual es casi como estar en el lugar.

Ahora Prem Rawat está en India y no vi la transmisión porque solo estaba en hindi, no había traducción, pero hoy ya he podido ver el video traducido al inglés y al español.

He recordado lo feliz que he sido en India, hasta tal punto que a veces incluso pensé en quedarme allí a vivir.
Iba dos veces al año y casi siempre cambiaba el billete de avión para quedarme más tiempo.
Sobretodo, lo que me hacía querer estar allí, era la paz que sentía.

Vivía en el Ashram de Aurobindo y tenía todo lo que necesitaba:

Cuatro comidas al día.
Un médico alopático y otro homeopático.
Un supermercado.
Una parada de taxistas Sikh, que son muy educados y me llevaban a donde necesitaba.
Un salón de belleza en donde me daban masajes a cuatro manos.

A veces iba a ver templos y sitios especiales que solo se pueden ver en India.


No sé si algún día podré volver, siento cierta morriña, nunca me he sentido tan a gusto como allí.





No hay comentarios:

Publicar un comentario