sábado, 7 de abril de 2018

DOS MIL NOVENTA Y CUATRO






Ayer vi una película francesa que me resultó bastante deprimente, porque aunque la génesis está basada en un texto de Roland Barthes, resultaba imposible transformarla en película, por lo que Claire Denis, la directora, cambió la historia.
La película se llama “El sol interior” y a mi entender, consta de dos partes muy diferenciadas.
La primera parte se hace excesivamente larga por falta de interés, trata de una mujer madura que todavía cree que el amor duradero es imprescindible para ser feliz por lo que intenta enamorarse de todos los hombres que conoce, pero da la casualidad de que todos están casados y se comportan como primates, por lo que Juliette Binoche, la protagonista, se pasa la vida llorando por las decepciones amorosas.
Está muy guapa y hace bien su papel, pero lo que salva la película es Gerard Depardieu, que justo al final en un monólogo extraordinario, levanta la película y hace que resulte convincente.

No me gustan las mujeres flojas que basan su felicidad en su pareja.
Creo que cada persona es individual y debe de estar centrada en sí misma.

Recuerdo una pequeña conferencia en la que Dayalanand, un Mahatma* hindú, empezó así:

No olvidéis nunca que la felicidad es una carga que cada uno lleva sobre su espalda.

Yo no lo he olvidado.
Me impresionó demasiado y lo recuerdo a menudo.
Ser feliz es mi responsabilidad y no hay más que hablar.

Cuando yo era joven y terminé los internados, no sabía nada de la vida, excepto por los libros que leía y me creía que el amor era maravilloso y me casé tan enamorada, que estaba convencida de que iba a ser para toda la vida.
Pronto me di cuenta de que estaba equivocada.
El amor evoluciona.
Luego vienen los niños y acapararon mi atención.
Sentí un amor diferente, tan limpio y tierno que llenaban mi corazón.
A pesar del cambio de vida que supuso, era tan bonito lo que sentía, que me compensaron las noches sin dormir y abandonar mis intereses personales.

Y desde entonces, nunca he dejado de agradecer a la vida que, casi sin contar conmigo, me regaló cuatro preciosos hijos, a pesar de que todavía ni siquiera sé si tengo vocación de madre.




* Mahatma significa Alma grande 

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