domingo, 11 de febrero de 2018

DOS MIL CUARENTA Y TRES







Me está costando, pero poco a poco voy consiguiendo distanciarme del tono en el que me hablan, a veces, algunas personas.
Cuando soy capaz de ponerme un escudo protector y no permito que lo que dicen o cómo lo dicen lo traspase, me quedo feliz.
Ayer me pasó en una conversación con una amiga, que sacó su rabia contra mi y yo no la acepté.
No me costó mucho no involucrarme, no tenía que presumir de nada, reconocí que había ciertas cosas que no sabía hacerlas y parecía que ella quería hacer que me sintiera mal, pero yo estaba tan tranquila, por lo que el diálogo, en vez de ponerse tenso, se fue tranquilizando y terminó muy agradable.

Creo firmemente que todo se puede conseguir con la práctica.
Hace un par de días, hablando por teléfono con Almudena, la mujer de mi hermano Fernando, me preguntó si tenía intención de ir a la boda.
Le contesté que no, que nunca iba a bodas y dijo que ya lo sabía, pero por si acaso.

Entonces dijo:

¡Qué lista eres!

Y no me quedó más remedio que decirle:

Me lo he trabajado mucho.

Ya, ya lo sé.

En mi familia no hay una sola persona que no asista a los asuntos familiares, es como si fuera algo sagrado y cuando vivía mi madre, organizaba misas hasta para celebrar su cumpleaños.

Pertenecer a una familia católica crea una impronta que lleva consigo la culpabilidad y para limpiarla hay que poner atención.

Por ejemplo, mi madre confundía practicar la religión católica con la creencia en Dios.
Un día me dijo que yo no creía en Dios.
Por respeto, no le solté el improperio que merecía, ya que mis creencias son solo mías y de verdad creo que nadie tiene por qué meterse en mis asuntos privados y mucho menos asegurar que yo no creo en Dios, por lo que con suavidad y sin enfadarme, le dije que yo creía firmemente en Dios y que me extrañaba que no lo supiera, cuando sabe que estoy con Prem Rawat y ella ha visto sus videos, en los que a menudo habla de Dios.

Al ver que había metido la pata, salió por la tangente como pudo y me dijo:

Pero tu Dios es retorcido.

Creía que solo existe un solo Dios verdadero.

Así se terminó la conversación.

Respecto a Prem Rawat, ya se había dado cuenta de que era un tema muy serio para mi y creo que también sabía que gracias a él, yo había sido capaz de cambiar mi vida y convertirme en una persona responsable, cuyo único defecto, a su entender, es que viajaba demasiado.

Había recibido una pequeña herencia de mi madrina y seguía a Prem Rawat por todo el mundo.

En la buena hora aproveché aquella época porque ahora, aunque quisiera, no estoy en condiciones físicas para esos viajes tan largos y agotadores.







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