Creo que he hecho un buen trabajo, tratando de deshacerme de los miedos producidos por mi generosa imaginación, cuando estoy despierta y pienso que mando yo, pero he aquí que mientras duermo plácidamente, suelen venir los demonios a pasear por mi sueño y me hacen pasar unos ratos más bien desagradables.
Tengo la sensación de que Freud diría que son residuos del pasado, que están en mi subconsciente y se niega a permitir que pasen a mi consciente y así impedir que me deshaga de ellos.
Yo no tengo acceso a mi inconsciente, por lo que no tengo autoridad sobre lo que sucede allí.
Entonces, me pregunto:
Si como dice Montaigne
“La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo”
por mucho que me empeñe, me va a resultar muy difícil llegar a ser libre, ya que luchar contra mi inconsciente es una batalla perdida.
Cuando ya parecía que estando despierta era capaz de controlar mis miedos, por lo menos hasta cierto punto y sin que me pillaran de sorpresa, han encontrado la manera de meterse en mi vida, en un momento en que no estoy capacitada para dominarlos.
Como ya no estoy dispuesta a ir a más psiquiatras ni psicólogos, ni tengo ganas de hacer terapias, intentaré destruirlos yo solita.
He de confesar que no necesito tener pesadillas para ser feliz, pero cuando me despierto y me veo en mi camita y enciendo la luz de la mesilla y constato que estoy a salvo en mi cuarto, calentita y que lo único que creo que me ha pasado es que al despertarme la primera vez, antes de la pesadilla, he puesto la calefacción y creo que ha sido el calor la que la ha desencadenado.
Si como dicen los expertos en plantas, es conveniente que pasen un poco de frío y que es mejor que sientan la sed, tal vez a mi también me convenga no vivir en un calor abrasador.
Es cuestión de ir probando hasta descifrar el enigma.
Intentaré mantener una interesante conversación con mi inconsciente para explicarle que lo mejor es que no intente sabotearme, que todos trabajemos juntos para ser cada vez más felices, porque somos una unidad.
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