martes, 21 de noviembre de 2017

MIL SESENTA Y SEIS








Como por arte de magia, yo, que he sido reticente a la navidad desde que las expectativas me hicieron comprender que se trataba de algo ficticio, me he convertido en una organizadora dispuesta a tirar la casa por la ventana, con tal de que Odia pueda disfrutar de unas navidades convencionales.
Al principio Beatriz me dijo que fuera a los chinos de Artea, que tienen de todo.
La obedecí, pero no pude ver nada que me inspirara por lo que salí cabizbaja, dejándolo para otro día.
Ayer fui a Eroski que es donde me encuentro a gusto y encontré maravillas.
Tenía claro que no quería nada excesivamente convencional, es decir, bolas rojas, luces de colores o espumillón, pero he ahí que encontré exactamente lo que deseaba.

Habían traído unos productos franceses, encantadores, que no pesaban nada y consistían en muñecos para colgar del árbol, pájaros, buhos, leñadores, muñecos de nieve con bufandas rojas y otros por el estilo, exactamente lo que yo quería, que Odita pudiera fijarse en cada uno e interesarse por ellos.
También compré unos muñecos de trapo para ponerlos debajo del árbol:
Un olentzero con su pareja.

Después de darle muchas vueltas al tema, me decidí por un árbol verde, pero me quedé con la duda por lo que al llegar a casa, llamé a Odita para preguntarle de qué color lo prefería y después de dudarlo bastante decidió que blanco, así que lo cambiaré y me quedaré más contenta, porque a mi también me apetece más el blanco.



Respecto a los regalos, como no tengo costumbre, me confundí.
Lo que tenía claro es que no quería que pasara lo del año pasado, que consistió en que todos le hicimos regalos a Odita y nos pasamos la velada contemplando, cómo abría cientos de paquetes y comprobando la ilusión que le hacían.

Este año, he dicho que cada uno hace un regalo a los otros cuatro.
Ya sé que es un error, que lo mejor es lo del amigo invisible, pero ya está dicho y así he empezado, yo por lo menos.
Le dije a Odita que ella también tenía que hacerlo.
Hace unos dibujos preciosos, no creo que tenga problemas.



Me llamó la atención el diseño de la cubierta del último disco que ha publicado mi hijo Mattin y tuve una idea, que espero será de su agrado.
Me metí en internet y encargué dos camisetas, una blanca y otra negra con la foto de la portada y una libreta con hojas blancas y la misma foto en la cubierta.
Me quedé contenta.
Espero que le guste y si no, las puede utilizar como promoción.

A la niña ya le compré en Amazon lo que ella me pidió, un lápiz que escribe en el aire.

Solo me falta Beatriz que resulta difícil porque no es caprichosa y ella se compra lo que necesita, ya se me ocurrirá algo.








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