viernes, 24 de noviembre de 2017

MIL SESENTA Y NUEVE








Después de haber experimentado lo que significa vivir sin preocupaciones, ya no quiero volver atrás.
Solo necesito ocuparme de lo necesario y olvidarme de pensar en lo que todavía no ha llegado.
Es maravilloso tratar de estar presente y concentrada en lo que estoy haciendo, sin cavilar en lo que haré después.
Me está costando llegar a ese punto, pero poco a poco lo voy consiguiendo y cuando sucede, parece que me muevo en una alfombra mágica.
Todo se soluciona en el instante preciso.
Loa remedios y las respuestas se manifiestan en el momento oportuno.

¡Que grande es la paz!

Disfrutar de la confianza en la vida.
Sin dudas.
Saber que la Providencia se ocupa de mis asuntos.

Y me gusta estar con personas que confían plenamente en la Providencia porque me tranquiliza recordarlo.

Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. 
Mateo 6, 34

No me considero capaz de solucionar los problemas de este mundo.
Me altero enseguida y con los nervios a flor de piel, es imposible disfrutar.
Y si no disfruto ¿para qué voy a molestarme en hacer algo?

Bastante me alteré ayer, pensando en que era incapaz de estudiar la Oda a la vida retirada de Fray Luis de León, cuando me di cuenta de que si de verdad quiero escribir poesía académica, no me quede más remedio que estudiar.

Leo y releo y recito el Beatus ille de mi amigo Fray Luis de León y realizo que él habla de una vida demasiado retirada.
A mi me gusta vivir en Getxo, cerquita del mar Cantábrico, de las playas, de los bosque de Munguía.
Ir de vez en cuando a Bilbao, la ciudad de la que soy oriunda y que tanta alegría me produce cada vez que entro por el puente de la Salve y veo el Guggenheim a mi derecha y el arco de Daniel Buen enfrente, como el capitán pirata cuando va sentado alegre en en su popa, Asia a un lado, al otro Europa y allá a su frente, Estambul.

He entrado de lleno en la poesía.
Nunca se me ocurrió pensar que llegaría un día en el que todas las fibras de mi ser me pidieran a gritos que aprenda lo que es un soneto.
Yo que tenía ansias de libertad  ¿podré sujetarme a contar las once sílabas de un endecasílabo con dos sinalefas en el primer verso y una en el segundo?









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