miércoles, 16 de agosto de 2017

SETECIENTOS UNO








En cuanto termine de escribir el texto correspondiente al día de hoy, me arreglo y salgo para Pamplona.
Tengo cita en la Clínica Universitaria para que el doctor Valentí, experto en rodillas, mire la mía.
Ojalá pueda hacer algo que no sea operarla, porque de momento no me siento con fuerza para meterme en un quirófano.
No me apetece nada el plan que me espera pero "el que algo quiere, algo le cuesta" y sé que por intentarlo no me voy a arrepentir.
He hecho cosas mucho peores sin resultado de ningún tipo y no me arrepiento porque también dicen los sabios que:

"En el esfuerzo está la dignidad".

Un viajecito tranquilo, duermo en un hotel que está al lado de la clínica y mañana viene Berta, mi maravillosa profesora de Pilates para acompañarme a la entrevista con el doctor.
Ha sido el profesor Álvarez de Mon quien me ha recomendado al doctor Valentí, a quien conoce desde que ambos estudiaron en Navarra.

No quiero tener expectativas porque lo que me recomendó el cirujano que me operó el fémur, es que me operara de la rodilla y yo me he negado a hacerlo.

Me gustaría que me hicieran algún tratamiento, aunque no sé si habrá alguno para mi cartílago desgastado.
Hace años me metieron factores de crecimiento, creo que se llamaba así y no me hizo nada, excepto pasar un verano desagradable y gastar mucho dinero.
Aún así no pierdo la esperanza.
Prefiero intentarlo aunque no consiga nada, que quedarme con la duda.
Yo veo que a los futbolistas y a los tenistas les arreglan todo.
¿Por qué yo voy a ser diferente?





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