viernes, 18 de agosto de 2017

SETECIENTOS TRES







Un nuevo día con alegres perspectivas para mi rodilla, a pesar de todo lo que está pasando en Cataluña.

Todo resultó muy bien en la CU* de Pamplona.
El doctor Valentí, un sabio encantador y con gran experiencia, recomendado por el profesor Álvarez de Mon, supo al instante cuales eran mis problemas y las soluciones temporales para evitar la operación.
Así que estoy contenta.

Llegué a casa agotada.
Los hospitales matan.

Ya solo me queda llevar mis zapatos al zapatero para que me ponga tacones.

Tanto a la ida como a la vuelta me confundí de camino y casi ni entré en la autopista.
Admito la posibilidad de que soy distraída y despistada, pero también creo que no estaba bien señalizada, porque cuando vivía en Los Ángeles, rara vez me perdía, ya que la señalización es perfecta.
Además, creo que configuré mal el GPS porque todo el tiempo me indicaba el camino para que volviera a Bilbao.

No importa, no es el fin del mundo, conduje entre carreteras de lindos paisajes verdes, aunque con demasiados pinos insignis que estropean la belleza del conjunto.

He dormido como un lirón y al poner la televisión mientras desayunaba, he sabido lo del segundo atentado en Cambrils.

Ya sabía que estamos en pleno Kali Yuga*, por lo que a pesar de que casi todo lo que sucede es previsible en mayor o menor medida, me sorprende la rapidez de los acontecimientos.
Es como si el tiempo se precipitara y por más que yo intente ir más despacio, no pudiera frenar.

Solo me queda confiar.
Intentar vivir de acuerdo al conocimiento y disfrutar de la vida apoyándome en la respiración.




*Clínica Universitaria
*Edad Oscura







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