sábado, 26 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS UNO







Se ha muerto Mariví.
A pesar de estar avisada, me ha pillado de sorpresa porque la vi con tanta vitalidad hace un par de días, que pensé que duraría más.
Una gran amiga que se va.
Hasta tal punto me quería que cuando me casé y tuve hijos y dejamos de vernos pasó el tiempo y    
más tarde yo me metí en drogas y alguien me dijo que cuando se lo comentaron, ella lo negó rotundamente, dijo que era imposible que Blanca tomara esas cosas, que eso era mentira.

Más tarde, por circunstancias de la vida ella conoció a Carlos Dívar, el juez que me metió en la cárcel y en peligrosidad social, y me contó que en realidad no era yo la que le interesaba sino Cala, por eso le molestó tanto que yo le dijera que Cala había probado una vez el hachis y no le gustó por lo que no volvió a fumar.
No tenía pruebas para acusar a Cala.

Mariví era una amiga estupenda, noble y leal hasta la muerte.
A pesar de tener una mentalidad más conservadora que yo, se daba cuenta de todo, era muy lista.
Cuando era consejera de Bodegas Bilbaínas captaba errores que los demás no veían, a veces no se atrevía a llevar la contraria para que no se le echaran encima los hombres.

El último día que estuve con ella me sorprendió que en sus condiciones tuviera tanta fuerza y se lo dije:

¡Qué fuerza tienes, Mariví!

Y contestó sin dudarlo:

Siempre he tenido.

Moviendo las manos haciendo gestos.

Esto para allí, esto para allá…

Estaba muy contenta y eso que tenía la boca seca, llevaba dos días sin beber agua, no le dejaba el médico.

Era delgada, nerviosa, muy elegante, siempre impecable, le vestía Celia que era la mejor modista de Bilbao en aquellas épocas.

Todas las Urdampilleta son muy presumidas y siempre se han vestido muy bien.

Era encantadora.
Siempre se portó muy bien conmigo.
Cuando murió mi hijo Carlos se llevó a su casa a Beatriz y Jaime para que Carlos, mi marido y yo pudiéramos descansar un poco.

Ella se dio cuenta de que yo necesitaba estar sola, mi casa estaba llena de gente y yo lo agradecía pero me agotaba.

No sé qué decir, creo que todavía no he reaccionado.
Empezamos la vida social como tres mosqueteras:

Kitty Chalbaud
Mariví Astorqui
Y yo.

A todas partes juntas desde los diez y siete años.


Luego la vida nos separó pera esa amistad en un momento tan importante de nuestras vidas, formó un vínculo que siempre ha permanecido intacto.






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