domingo, 27 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS DOS







Necesito pararme.
Demasiados acontecimientos importantes al mismo tiempo me debilitan.
Es como si estuviera en una noria que da vueltas y me mareo.
No me queda más remedio que frenar en seco para lo cual lo mejor es quedarme en casa, meditar y descansar.
Creo que un domingo entero puede ser suficiente para poner orden en mi cuerpo y en mi cabeza.

Han sido días intensos.
He pasado de la tranquilidad, a un ajetreo tanto físico como emocional, para el que no estaba preparada.

Ni siquiera tengo la capacidad para escribir.


Debido a una especie de mareo que me impide pensar con claridad, he decidido dedicarme a ordenar un poco la casa que está llena de juguetes de Odita distribuidos por doquier.

También he puesto la lavadora, la secadora, el lavavajillas y de repente, me ha llamado por teléfono Itziar, la hija de Dorita, para decirme que su hermana Annette había empezado a divagar, a llamar a su madre gritando, que le han puesto morfina y que se acerca el final.
He intentado consolarla como he podido, pero he sido incapaz de evitar que llorase.
Dice que se encuentra reticente para aceptar la muerte de su hermana con quien siempre ha estado tan unida.

Yo sigo mareada, estoy deseando comer con mis hijos y Odita y echar una siesta reparatoria.

Tener la casa ordenada me ayuda a tranquilizarme.
Seguiré tirando cosas a la basura para deshacerme de lo viejo y empezar de cero una vez más.
Como decían en Proyecto Hombre:


Se trata de afrontar.



Y cuando estábamos sentándonos en la mesa, he comentado lo de las muertes de amigas cercanas, alguna mayor que yo y otras más jóvenes y mi hijo Jaime, en un tono que no admitía réplica, advierte:

Mamá, te vas a tener que acostumbrar, porque a tu edad ya se ha muerto mucha gente y se siguen muriendo.
De los de la poole de golf ya casi no queda ninguno excepto los López Tapia, pero esos son de una raza superior.
Y he comprendido que tiene razón, que ya tengo que estar preparada para no pegarme un susto, no solo porque se acerque mi muerte, sino la de las personas a las que quiero.
Por eso es tan importante disfrutar de cada día, de cada instante.












No hay comentarios:

Publicar un comentario