sábado, 12 de agosto de 2017

SEISCIENTOS SIETE








Aparece un día magnífico que ya estaba anunciado.
Tengo la sensación de que, por lo menos tres días seguidos, voy a poder ir a la playa si es lo que deseo.
Bandera verde, viento flojo, bajamar a las 14:13, temperatura del agua 21º, oleaje débil, cielo despejado, no habrá medusas.
¿Qué más se puede pedir?

Los baños del mar Cantábrico ejercen en mi una sanación inmediata, me despejan la cabeza y se llevan todas las telarañas que se han ido tejiendo durante los últimos días, me renuevan.
No tienen comparación con otros mares que conozco.
Tal vez sea por la cantidad de salitre.

La playa de Plencia, a la que empecé a ir cuando me di cuenta de que en mis condiciones actuales no puedo ir a las playas salvajes que tanto me gustaban, dispone de todos los requisitos para mi en esta fase de mi vida .
El parking llega hasta la playa y siempre hay sitio aunque sea domingo.
Está muy cuidada, con buenos socorrieras y la mar no es muy fuerte.

Hay mucha gente, eso es innegable, pero lo acepto encantada, no se pueden pedir peras al olmo.
Otra de sus ventajas es que no da la sensación de que haya que estar estupenda.
Hay chicas guapas, eso es inevitable, morenas y con unos cuerpos preciosos, pero son jóvenes.
Las de mi edad estamos todas más rellenas y se nota que no nos da vergüenza.
No hay nada como aceptarse, aunque cueste.
He estado en algunas playas en las que la mayoría de la gente, tanto hombres como mujeres estaban tan guapos y delgados, que hoy en día yo me habría sentido incómoda con los kilos que me sobran.
Ya me pasó algo parecido la última vez que estuve en Miami.
La mayoría de la gente que veía era tan guapa que al llegar a Bilbao y ver a personas más corrientes hizo que me sintiera mejor, más encajada.

Ayer no salí de casa en todo el día.
Llovió.
Tengo pendiente la exposición de Baselitz, que es uno de mis artistas favoritos.
La primera vez que vi su obra fue en Madrid, hace muchos años, en 1988 tal vez y me impactó tanto que desde entonces le sigo y he visto piezas realmente sorprendentes, sobre todo en Alemania y en Los Ángeles.

Supongo que algún día también iré a ver la de Kóplovich, que no me apetece tanto.
He puesto el tilde en la primera “o” para no olvidarme de que se acentúa ahí.
Me enteré el día de la fiesta de Rosalía.
Parece ser que algunas amigas de Pilar Aburto están relacionadas con el tema de la exposición o le conocen, algo parecido.


Ya no voy a escribir más porque me siento sosa.

Las mañanas no son mi fuerte.









No hay comentarios:

Publicar un comentario