viernes, 28 de julio de 2017

CUATROCIENTOS DOCE







De todas los hombres que conozco que realmente se dan cuenta de la injusticia que supone el trato que se da a las mujeres, como si pertenecieran a una clase subalterna, es Arakis.
Y me gusta que el abanderado en la lid, sea una persona culta e inteligente, que cuando habla lo hace con una coherencia absoluta, con conocimiento de los hechos y sensibilidad.

Es difícil respetarse a si misma siendo mujer y recibir un trato que no nos merecemos, ni siquiera como seres humanos.
Pienso que tal vez no hemos luchado lo suficiente para imponernos ante los hombres, cuya fuerza física es superior a la nuestra.

Yo no me siento capaz de luchar, me he retirado de ese ruedo en casi todos los ámbitos.
Como mujer en las relaciones personales con los hombres, me di cuenta de que para que todo fluyera con armonía, tenía que ceder.
Solo con dar mi brazo a torcer y decir que si a todo lo que me proponían, evitaba discusiones y problemas.
Así que a los cincuenta años, di un puñetazo en la mesa y me dije:

¡Hasta aquí hemos llegado!

Y nunca más he vuelto a caer en esa piedra.
Solo una vez la tentación se acercó a mi en forma de un artista que realmente me gustaba y se interesaba por mi, pero fui fuerte, y desaparecí.

En el campo de la pintura no he tenido ni siquiera la oportunidad de sacar la cabeza.
Prefiero no acordarme, porque he sufrido demasiadas humillaciones y soy más feliz ahora que no compito con nadie.
Ya ni siquiera me considero una pintora.
Ahora estoy exponiendo en una colectiva en el Kursaal de San Sebastián y ni siquiera me anuncio.
Me invitaron, acepté, vinieron a casa, recogieron los cuadros y supongo que me los devolverán como se los llevaron.
No espero nada.

En relación con mis hermanos, ellos hacen todo y lo hacen bien.
No me crean problemas.
Son de los que parece que para ellos las mujeres estamos bien en nuestro puesto de esposas y madres.
Resulta cómodo, ellos se ocupan.

Mis hijos varones son encantadores y me ayudan en casi todo lo que pueden.
Creo que no podría pedirles más.

Tengo amigos varones, pocos, con los que me siento a gusto y de ahí, no paso.
Me gustan los hombres en la distancia.






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