miércoles, 19 de julio de 2017

CUATROCIENTOS TRES







Parece que ya estamos en verano otra vez.
Las estaciones vienen y van, de repente, después de un junio más que veraniego, apareció el mes de julio como un otoño a destiempo y ahora, que ya me había acostumbrado a una vida cuasi primaveral, cojo mi mochila, meto las cremas y toallas y me dispongo a estrenar la playa de Plencia, que es la más adecuada para mi actual estado.
Eso no podrá impedir que siga sentada frente al ordenador todo el tiempo que haga falta, no solo para escribir mis textos y publicar mis fotos y videos, sino también para escudriñar FB, que es una de las fuentes de mi alegría.

Me ha impresionado la muerte de Blesa y me ha venido a la cabeza que, tanto si ha sido un asesinato como un suicidio, no va a ser el único.
Debe de ser muy duro saber que tienes varios años de cárcel por delante.
Y también saber demasiado y que los demás sepan que puedes cantar como un jilguero.

Vivo la vida de la manera que he elegido, por lo que estoy contenta así.
No deseo más de lo que tengo, ni menos.
Estoy a gusto.
Y doy gracias al cielo de que así sea.

A veces veo que a mi alrededor suceden malentendidos, personas que se quejan, nervios, alteraciones, y me miro a mi, que he estado metida en tantas aventuras peligrosas, sabiendo que me jugaba la vida y seguía sin ser capaz de parar.
Doy gracias al cielo por llevar una vida tranquila, ordenada, sin grandes necesidades, acostándome temprano y viendo a mis hijos sanos y contentos.
¿Qué más puedo pedir?

Claro que me gustaría tener bien la rodilla y poder ir a playas salvajes y a montes escarpados pero tampoco es el fin del mundo, tal vez algún día pueda estar un poco mejor.
De momento mi vida resulta muy agradable y el hecho de que no me quede más remedio que tomármela con calma, supone una gran ayuda para una persona que, como yo, tiene tendencia a precipitarse.

En definitiva, me siento afortunada por haber sido capaz de enderezar mi vida.

¿Qué habría sido de mi, si no llego a tomar la firme decisión de dejar las drogas cuando aún estaba a tiempo de salvarme?

Ni siquiera me lo pregunto.
Ya he visto lo que les ha pasado a mis colegas.
Ayer recordé lo que me dijo mi madre cuando empecé a hacer Proyecto Hombre:

Ojalá me equivoque Blanca, pero tu no te curas.

¿Por qué dices eso? los demás se curan, ¿por qué yo no voy a curarme?

Los demás serán más dóciles.

Y yo pensaba:

Se nota que no conoces el tipo de gente con el que yo me trato.

Ella creía que yo era una rebelde.
Y yo me veía como una perita en dulce.






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