lunes, 12 de junio de 2017

TRESCIENTOS SIETE







Me pregunto cómo serán capaces de ocuparse de sus nietos las mujeres de mi edad.
He llevado a Odita al aeropuerto y he vuelto tan cansada, que he tenido que estar tres horas en la cama para recuperarme.
Han sido diez días maravillosos, disfrutando de cada minuto pasado con ella, a pesar de que es obvio que no le gusto demasiado y también ha sido maravilloso el momento en que se ha metido en el avión.

La verdad desnuda.

Creo que para tener hijos es preciso sentir la vocación.
Yo nunca la he sentido.
Los he tenido, les quiero muchísimo, pero incluso hoy en día siento que roban mi tiempo.
El corazón me lo robaron desde el principio.

Yo nunca pensé en casarme y tener hijos, me los encontré.
De repente, sin haberme dado cuenta, me vi involucrada en una vida que no había elegido.
Sucedió y no me quedó más remedio que cargar con las consecuencias.

Hablando de mis diarios hace unos días, me decía María Seco que a veces me encontraba repetitiva.
También el profesor me lo dice.

Y yo pregunto:

¿Cómo no voy a ser repetitiva?
¿Acaso hay algo en la vida que no lo sea?
¿Quien no se equivoca una y mil veces?

La vida no es un ensayo.
Recuerdo que me lo decía con frecuencia Ramón Icaza cuando ambos estábamos metidos en caminos peligrosos.
Yo le daba la razón, tampoco soy idiota, pero prefería que no me lo recordara.

El tema de los hijos es conflictivo.
Está tan supeditado al amor, que parece una traición hablar de los sentimientos que provocan.
Se forma una especie de coctel molotov en el que se mezclan el amor, la traición, la sensación de ser agredida en lo más profundo del ser, la preocupación que nunca desaparece por más que se intente y se hagan millones de terapias para saber que son independientes e individuales y que deben salir del tiesto y volar.

Me traté durante una temporada con Cecilia, una terapeuta de regresiones argentina que vivía en Algorta y me ayudó bastante a poner orden en mi cabeza y en mi corazón.
Decía que las madres tenemos derecho a ser pesadas.

Yo no soy capaz de tener ideas claras en lo que al feminismo respecta, porque pienso que una mujer pierde la capacidad individual en cuanto se convierte en madre.
Podría hablar y escribir sobre este tema sin ser capaz de llegar a ninguna conclusión, excepto la que ya he dicho una y otra vez:


El problema con los hijos es que se les quiere demasiado.




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