sábado, 10 de junio de 2017

TRESCIENTOS CINCO







Hace tiempo empecé a estudiar alemán con un método gratuito de internet, que se llama Duolingo.
Me comprometí a cinco minutos diarios, no tenía ganas de esforzarme demasiado.
No he fallado ni un solo día.
Todos los días, por la noche, cuando me meto en la cama, enciendo el iPad y dedico un ratito al alemán.
No puedo decir que he aprendido mucho, pero sí lo suficiente para ser capaz de hablar lo fundamental y de que no me suene raro.
La pronunciación no es difícil y cuando oigo a mis hijos hablar por teléfono, suelo saber qué tema están tratando.
Supongo que algún día iré a Berlín a visitar a mi nieta en su territorio y me gustaría estar un poco preparada, para no depender de nadie.
He estado varias veces Alemania y comprobé que mucha gente habla inglés, pero me apetece saber un poco de alemán.

No tengo facilidad para los idiomas, aunque me gustan tanto que siempre intento aprender lo mínimo para defenderme, sobre todo en los lugares que voy a pasar varias semanas.
Empecé a estudiar hindi con un método que compré en Delhi, que consistía en un libro y casetes, como los antiguos y aprendí un poco y me encantaba poder pedir el desayuno en hindi.

Cuando voy a Italia o Portugal, suelo llevar un librito de “Cómo aprender lo fundamental” y en el avión lo estudio.

Otra cosa que suelo hacer siempre cuando voy a cualquier sitio, es comprar la revista semanal de los que sucede en la ciudad, así me entero de las exposiciones y de los restaurantes.

Dentro de poco haré una pequeña gira por UK, para seguir a Prem Rawat.
Nunca he estado en Belfast y considero que es un lugar muy interesante, ya que han vivido grandes conflictos como nosotros en Euskadi.

Empieza a rondarme por la cabeza la idea de escribir una novela de ficción cuya protagonista se llamaría Galerna Zumalacárregui.
Con ese nombre será capaz de hacer lo que le plazca, hasta podría ser pirata.






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