sábado, 3 de junio de 2017

DOSCIENTOS NOVENTA Y OCHO







Reconozco que mi capacidad para salir de mi interior es limitada.
He conocido las mieles de la soledad a las que me he adaptado sin esfuerzo.
El mundo externo puede conmigo, es como una vorágine de la que tanto si me resisto como si me dejo llevar, salgo mal parada.
No sé cómo acertar.
Pienso en el significado del amor.
Creo que todavía estoy muy lejos de saber en qué consiste amar de verdad.

En definitiva, estoy en un proceso de mi vida, en el que todo lo que me rodea es una especie de preparación para un examen y para aprobarlo tendría que permanecer incólume ante lo que sucede en mi entorno.
Como un arcángel petrificado.
No quiero, ni debo, ni puedo, hacer concesiones.
Se trata de mi vida.

Pienso demasiado y eso me altera.
He pasado la mitad de la noche intentando dormir.
Ha sido un invierno duro, de mucho trabajo, Pilates, natación, médicos.
Me notaba cansada y decidí tomarme vacaciones, así que a partir de junio me he dado de baja de todo y tengo intención de dedicarme a la dolce vita, playita y gran relax.

Me apetece tomarme la vida con calma, meter un pollo en el horno y echarle dos cervezas por encima como me dijo Veri, la peluquera y tomar fruta, mucha fruta.

Ayer fuimos a comer al Basalbo, que es un caserío del siglo diez y siete, bonito y cuidado, que está en el interior de Azkorri.
Comimos opíparamente, me invitó Mattin y hoy se ha empeñado en que necesita una chuleta, así que hemos reservado una mesa en el Gure-Etxea de Romo, donde parece ser que tienen las mejores chuletas a la brasa de todo Getxo.
Iremos con la niña, que como buena vikinga es carnívora de nacimiento.

Fuimos a recogerla al aeropuerto, viajaba sola por primera vez y, según sus palabras:

“Estoy feliz de ir yo sola, abuela, pero tengo miedo”

Llegó encantada, con una azafata que le acompañó durante todo el viaje y una maleta que parecía una mariquita, roja con motas blancas que se distinguía de todas las demás, imposible que pasara desapercibida.

Hoy todo está en su sitio.
Se agradece el sirimiri.







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