jueves, 30 de marzo de 2017

DOSCIENTOS TREINTA Y UNO







Ayer vi la última película de Claude Lelouch, Uno más Una, que me encantó.
El argumento, aunque algo cursi, es encantador como corresponde a una comedia francesa desarrollada en India.
Sri Mata Amritanandamayi Devi, conocida como Amma, Madre, es una líder espiritual y fundadora de la ONG Embracing the world.
Amma recorre el mundo extendiendo un mensaje de amor, compasión y esperanza a través de abrazos.
Se estima que ya ha abrazado a más de treinta millones de personas en todo el mundo.
Algo muy especial deben de tener sus abrazos, porque yo conozco a algunas personas que le siguen por el mundo y siempre vuelven muy contentas.
De hecho, mi amiga Pizca fue a verla una de las veces que Amma estuvo en Barcelona y tanto se emocionó con el abrazo, que salió llorando.
Me contó que había sentido mucho amor.

Parece ser que Claude Lelouch estaba tan interesado en conocer a Amma, que fue hasta su casa de Kerala y no solo mantuvo una larga conversación con ella, sino que también recibió su abrazo.
Hasta tal punto estaba entusiasmado, que comentó lo siguiente:

“Recibir el abrazo de Amma ha sido más importante que ganar mis Oscars y mis Palmas de Oro. Este día 19 de enero de 2014 es probablemente el día más importante en mis 76 años de vida”.

Es obvio que toda la película es un canto a las glorias de Amma y que el resto de la historia no es más que una disculpa para deleitarnos contemplando esa India eterna y mostrarnos a Amma y sus abrazos.
Si Amma viniera a Bilbao, yo no dudaría en acudir a su presencia para recibir su abrazo.

A pesar de todos los horrores de las guerras que hay en el mundo en este momento, de las que ni siquiera se puede decir un número concreto, porque hay guerras constantes y guerrillas que no se sabe si son guerras de verdad, pero que causan muchos muertos y de los millones de refugiados que se arrastran por el mundo sin que nadie les acoja, hay un contrapeso de muchas personas que escuchan a su corazón e intentan combatir la negatividad tratando de elevar el nivel espiritual del planeta.
A estos se les llama: mantenedores de frecuencia.

Yo creo firmemente en que la paz es posible.

Intento poner mi granito de arena con todas mis fuerzas y sé que hay mucha gente que como yo, también lo intenta y cree firmemente en que llegará un momento en el que reinará la paz en el planeta tierra.










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