jueves, 9 de febrero de 2017

CIENTO OCHENTA Y CUATRO







De repente sucede que lo que escribí, aparece en mi cabeza una y otra vez y cada vez que se presenta, tiene peor aspecto.
Esto es lo que me sucedió con el texto que había publicado en este espacio, correspondiente al CIENTO OCHENTA Y CUATRO.
No contenta con dejarlo a pesar de que mucha gente lo había leído, he decidido eliminarlo y tratar de escribir un texto satisfactorio.
No espero que todos y cada uno de mis relatos rocen la excelencia, no soy Borges, pero hay veces que me quedo contenta y otras muy contenta.
Lo bueno que tiene publicar en un blog es que no es permanente.
Si estoy incómoda, lo elimino y si puedo, incluso lo repongo.
No soy una visionaria, mas a medida que pierdo el miedo y avanzo en el camino del ciberespacio, voy experimentando las múltiples argucias de comunicación que me ofrece, lo cual es una enorme ventaja para mi, que soy nueva en el terreno de la escritura.

Tengo una tendencia natural a contar todo lo que creo que es interesante y los blogs son una plataforma estupenda para hacerlo.

Tengo más de veinte blogs que actualizo a menudo, que son visitados por cientos de personas, sobre todo el de mis diarios, el de Bilbao y el del arte.

Me produce un gran placer la sensación de estar comunicada con gente de todo el planeta, con quienes comparto afinidades comunes, de índoles diferentes, teniendo en cuenta que muchas de las personas con quienes me relaciono son, como yo, seguidoras de Prem Rawat, lo cual significa que estamos aprendiendo a mantener la paz interior.
Nos une algo tan profundo que rompe todas las barreras, que tan solo son apariencias, como el envoltorio de un coco, que con un poco de fuerza se puede romper y aparece una carne deliciosa con un jugo que es puro néctar.
Así sucede con los seres humanos que nos ponemos serios para evitar que nos tomen el pelo mas en cuanto nos tratan con cariño, nos ablandamos y sacamos lo mejor de nosotros mismos.

No hay nada más bonito que un ser humano que se muestra como es, sin disfraces ni armaduras.








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