lunes, 6 de febrero de 2017

CIENTO OCHENTA Y UNO








Es la tercera vez que hoy me siento ante la hoja en blanco, con la esperanza de que sea la definitiva.
No recuerdo lo que escribí en la primera, no importa, no tenía interés.
La segunda vez lo he intentado al mediodía, después de haber visto cómo podaban los árboles de Negu Bide, que es la calle en la que viví casi veinte años, está en Las Arenas y no guardo grandes recuerdos, se mezclan los buenos con los malos y al final no sé cuáles prevalecen.
He intentado contar el dolor que siento cuando veo la indiferencia con la que tratan a los seres vivos, me refiero a los árboles, como si fueran objetos del mobiliario urbano.
Si supieran lo que significan los árboles para todos los que vivimos en este planeta, otro gallo cantaría, mas yo no soy quien para dar lecciones a nadie así que he borrado lo escrito y he guardado la página con el CIENTO OCHENTA Y UNO, que es el título del texto que me toca hoy.





Ha pasado el tiempo que todo lo arregla, ordena y encauza.
He ido a clase y allí he puesto orden en mis ideas respecto a la escritura.
No tengo ningún motivo para tenerle miedo, ni a ella ni a mi inspiración.
Ambas están de mi lado.
Lo he experimentado tantas veces que no sé por qué dudo todavía.
No quiero ser desagradecida.
No es mi estilo.




Si Naroa que tiene trece años es capaz de entender lo que escribo y hacer una crítica constructiva, eso significa que lo que escribo tiene sentido.
Me extraña que no pregunte por el significado de algunas cosas que cuento, que es difícil saberlas siendo tan joven, tal vez no sea tan curiosa como yo.

Yo defiendo la curiosidad a ultranza, ya que gracias a ella he sido capaz de aprender, es algo innato en mi que me ha servido y me sigue sirviendo para desarrollarme y crecer.
Gracias a ella me salí del tiesto y he podido viajar a través de paisajes maravillosos que jamás hubiera imaginado.
No estoy de acuerdo con al Papa Francisco cuando dice:
 “El espíritu de la curiosidad nos aleja de la sabiduría y de la paz de Dios.”

Tampoco necesito estar de acuerdo con lo que diga el Papa.
Estaría bueno.

Yo estoy contenta y agradecida a mi curiosidad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario