domingo, 12 de febrero de 2017

CIENTO OCHENTA Y SIETE







Me gusta tener una azalea llena de flores en mi mesa de trabajo.
La primera que tuve me la regalaron los MEM, en agradecimiento por dejar que me hicieran una foto para el cartel del año 2015.
Me acostumbré a mirarla, mas no fui capaz de mantenerla viva, por lo que se secó.
Recuerdo que mi hermano Fernando solía ir al mercado del Arenal los domingos por la mañana y siempre aparecía con una azalea para mi madre, que ella colocaba en la mesita que tenía delante, para poderla ver todo el tiempo.
Retiraba la anterior y la ponía en la terraza.
Aunque algunas le fallaban y se morían, las que sobrevivían se hacían grandes y se ponían preciosas.
Mi madre me las enseñaba con orgullo.
Tanto con orgullo por lo bonita que estaba la planta, como del hijo pendiente de ella.
Yo me he comprado una azalea con flores rosas en Eroski y la he puesto a la izquierda del ordenador.
La he cambiado de tiesto.
La he puesto en uno más grande que compré en Ikea, la miro y creo que ahora se siente más cómoda, con más espacio para extender sus raíces.
A su lado tengo una botellita con agua y cada vez que me acuerdo, meto el dedo en la tierra para ver si tiene sed.
Desde que he metido las plantas en casa, las trato de manera individual y he observado que todas tienen necesidades diferentes, aunque sean de la misma clase.
Antes no me atrevía a comprar las plantas en Eroski, solía ir a los centros de jardinería, pero tengo la sensación de que las del supermercado son más fuertes, porque están acostumbradas a la luz artificial.
Además me hace ilusión.
Cada vez que tengo que hacer compras, termino la cesta con una plantita que me hará muy feliz cuando la tenga en casa.
Ayer me compré una kalanchoe con flores blancas.
Tengo otras dos de la misma clase, con las flores de distintos colores.
No me encantan, pero son fuertes y eso es de agradecer.
Tienen las hojas duras, se asemejan a las plantas crasas.
Tengo tendencia a regar demasiado, por lo que la única manera de que no se pudran por exceso de agua, es meter el dedo en la tierra, así que no me queda más remedio que hacerlo, aunque luego tenga que lavarme las manos cada cinco minutos.

Los tiestos de Ikea son de barro, muy bonitos y pesados.
En cambio, los que tienen las plantas al comprarlas, son de plástico y más pequeños de lo que les corresponden.
Supongo que al tener tan poco sitio para las raíces, no les queda más remedio que sacar ramas con hojas y flores para poder crecer por algún sitio, pero se nota que no están cómodas, es mejor ponerlas en un tiesto más grande.

La jardinera de un invernadero de Berango, me dijo que a las plantas les da lo mismo estar en un tiesto de plástico o de barro, lo único que quieren es tierra, sol y agua.

En mi cuarto tengo una lavanda preciosa, que además de oler muy bien, ayuda a dormir.
Ahora ya me he acostumbrado, pero al principio dormía demasiado y me costaba levantarme por la mañana.
Parecía que venía de otro mundo.
Me sorprendió que una planta tuviera tanto poder.
Los campos de la Provenza francesa están llenos de lavanda morada, son preciosos y huelen mejor que bien, da gusto verlos y pasearse por allí.
Yo fui una vez para ver una exposición de Cezanne que está considerado el padre de la pintura moderna, aunque cuando estaba vivo no tuvo éxito ni reconocimiento.
Los franceses no dicen Aix-en-Provence, ellos solo dicen Aix.

La mejor manera de aprender los detalles culturales es ir al lugar.
Yo estuve en Londres hace unos meses y allí aprendí a decir wifi en inglés, es decir uaifai.
Me hizo gracia.
Yo como una sinsorga preguntando por el wifi...






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