martes, 27 de diciembre de 2016

CIENTO CUARENTA







Lo bueno de estos días de celebración de asuntos que nos quedan lejos, es que despiertan en nosotros niveles más altos de conciencia, porque, entre otras cosas, recordamos que existe el amor y eso eleva nuestro espíritu.
Lo disfruto especialmente en lo que mis amigos publican en FB.


Hoy especialmente han recordado Ítaca y he comprendido el poder y la alegría del viaje de la vida que no es otra cosa, que lo que nos aconseja Cavafis en su libro.
Después de escuchar a varios poetas recitar su viaje a Ítaca, he escogido para mi, el que canta Lluis Llach a quien en su día, hace muchos años, acompañada del que era mi marido a la sazón, vi y oí cantar en el teatro Buenos Aires de Bilbao, una mañana de domingo.


Yo era joven y no sabía gran cosa sobre la gauche divina de Barcelona, pero Lluis Llach me tocó el corazón y empecé a interesarme por esa modernidad que solo existía en esa ciudad.


Pronto empecé a hacer viajes con Bocaccio que era una discoteca de Barcelona, cuyo creador , Oriol Regas, uno de los pioneros de la movida catalana, que fue anterior a la madrileña y más intelectual, organizaba viajes baratos y divertidos en charter, que no se anunciaban, sino que se comunicaban entre amigos, unos se lo decían a otros hasta completar el avión.

Mi prima Isabel era una de las encargadas de recolectar a la gente de Madrid, y de paso me metía a mi, que era y soy su amiga y compartíamos habitación en los hoteles y nos divertíamos juntas.

Así es como fui por primera vez a Nueva York y me impresionó tanto, que volví al cabo de unos meses.
Lo que más me sorprendió de NY es que por primera vez en mi vida me sentí europea.
Me pesaba en la espalda toda la historia que llevaba a cuestas.
En NY me sentí ligera, sin responsabilidades, con la sensación de que tenía delante de mi todas las posibilidades abiertas para hacer lo que mi corazón quisiera.

He vuelto otras veces y sigo sintiendo algo parecido.
Realmente pienso que NY es la capital del mundo.



No solo conocí lugares maravillosos, sino que también entablé amistad con directores de cine, artistas e incluso algunas personas de esa gauche divina catalana que tanto me impactó, empezando con Lluis Llach, cuya interpretación del viaje a Itaca desgarra mi corazón llenándolo de felicidad y esperanza, así como su trayectoria vital que es la de un autentico rebelde con causa, presumo.



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