jueves, 15 de diciembre de 2016

CIENTO VEINTIOCHO








Todos los días son diferentes.
A veces me traen sorpresas que me alteran y tengo que esforzarme para volver al estado de tranquilidad en el que me gusta apoyarme.


Ayer, por ejemplo, cuando me llegó el libro en formato analógico, a pesar de que lo esperaba, me puse un poco nerviosa y Beatriz empezó a decir que necesitaba tenerlos en navidad para hacer regalos y tal y cual y que podíamos llevarlo a casa de mi hermano cuando vayamos el día 25 y entonces yo me puse más nerviosa todavía, porque mi familia es muy conservadora y tengo la sensación de que se pueden asustar con las cosas que yo cuento, porque son tan fuertes que hasta yo  misma me intimido con lo que escribo.
Beatriz me dijo que ella no se asustó nada al leer el primer capítulo.
Como solo ve la televisión alemana y allí el sexo es tan común como aquí las clases de cocina, a ella todo le parece normal.




Parece mentira pero ya he escrito dos novelas y más de mil folios entre relatos y mi diario.
No hay nada como dedicarse full time a la tarea elegida.
Lo que está relacionado con el arte y la creatividad me llena, me complace hasta tal extremo que adquiere prioridad en mi vida.
Ahora que he retomado la fotografía desde un ángulo diferente, también estoy entusiasmada.
Es distinto porque es en la edición en donde pongo el énfasis y disfruto haciendo estampitas bonitas.


He abandonado por completo la vida social.
No entro en un bar ni para tomar un café.
Ya sé que soy extremista.
Me acepto así.
He ido a muchos bares y me he divertido de esa manera.
Ahora me apetece dedicarme a la escritura y la fotografía.
Y estoy contenta.

Me río menos pero me siento satisfecha.






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