miércoles, 21 de diciembre de 2016

CIENTO TREINTA Y CUATRO








Parece mentira que a estas alturas de la vida y habiendo estado siempre utilizando la fotografía, ahora me sienta tan enganchada a ella que solo pienso en ese tema.
Mi manera de acercarme a la foto no es convencional, lo hago desde un modo creativo, bastante relacionado con la pintura pero con la sencillez que ofrecen las máquinas.
Además, con una sola foto puedo hacer una serie trabajada de distintas maneras.
Lo que realmente me importa es el colorido y la composición y el gran problema con el que me encuentro es el orden, o más bien el desorden.

Una vez más la precipitación que me caracteriza y contra la que lucho con todas mis fuerzas, se presenta en mi vida, incluso estando sentada delante del ordenador.
Si algo me satisface y me relaja es el orden, no obstante mi modo de ir a saltos hace que me tropiece y en vez de hacer una cosa detrás de otra, parece que quiero hacer todo al mismo tiempo y como eso es un imposible, luego tengo que volver al principio y con una paciencia que no tengo, intento poner orden en un caos absoluto.
Lo considero parte del trabajo de aceptarme en el que también estoy ejercitándome.



Si alguna vez, después de muchos dimes y diretes, encuentro una serie de fotos ordenada como la había imaginado, me sorprende y me alegra.
La miro una y otra vez y hace que me sienta muy feliz.


Me he presentado a otro concurso de fotos para principiantes.
Presentarme a concursos me instiga a poner orden y a corregirlas más y mejor.
Se trata de poner atención y dedicarle tiempo.
Aprendo a medida que trabajo.





A veces, el profesor de escritura dice que soy ordenada y me quedo ensimismada pensando de donde ha podido llegar a esa conclusión.
Tengo la sensación de que le engaño cuando leo mis textos.
Si supiera cómo tengo mi estudio y mi ordenador, no diría lo mismo.


En algunos terrenos hago avances .
Por ejemplo, hoy me ha dado la sensación de que mi armario tiene menos cosas y se me ha pasado por la cabeza que tener pocas cosas enriquece la imaginación.
Me suelo vestir mejor cuando estoy de viaje.
Sobre todo desde que solo uso la maleta de cabina y me tengo que arreglar con lo mínimo.
Añoro la sencillez, lo simple, el vacío.

Lo necesito.





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