domingo, 4 de diciembre de 2016

CIENTO DIEZ Y SEIS








El trabajo al que me dedico actualmente, que no es otra cosa que una continuación más específica de lo que empecé hace ya tiempo, está provocando en mi una especie de necesidad biológica de seguir así hasta el final.
El final es el proyecto vital que vislumbré hace mucho tiempo y que consiste en vivir con lo necesario.
No tiene relación con algo espiritual o con el dinero, sino que está directamente relacionado con la necesidad.
El exceso de lo que sea, me resulta obsceno.

Me llamaron la atención los versos de Fray Luis de León en su Oda a la vida retirada ¡Qué descansada vida! cuando habla de lo poco con lo que él es feliz.
Mi caso no es tan extremo, ni mis circunstancias las mismas.


Deseo con todo mi corazón vivir en el orden.
Creo firmemente que se puede tener orden, si no se acumulan objetos innecesarios.
También creo, que es imprescindible conocerse, para vivir de acuerdo con el tipo de vida que le va a cada persona.


Hasta ahora mi problema fundamental es que habiendo sido pintora, todavía me quedan bártulos, cuadros y collages, que ocupan un espacio imposible en mi estudio.
No consigo ordenar esa zona por más que me empeño.
Lo único que hago es estar sentada delante del ordenador, hablar por teléfono y ver series.
Hay otra zona en la que como y veo la tele desde un sofá futón tan incómodo que no invita a perder el tiempo.


Ahora sin embargo, desde que decidí presentarme al concurso de fotos japonés, me dedico exclusivamente a tirar las fotos que tengo en el ordenador que eran varios miles y ya he tirado más de mil.
Antes de seleccionar las fotos que voy a enviar y trabajarlas, no me queda más remedio que quedarme solamente con las imprescindibles.
Este paso, el de tirar, es el más difícil.
No se hace a la primera ni a la segunda ni a la tercera.
En el primer paso resulta evidente que hay ciertas fotos que están repetidas y otras que no tienen el menor interés.
El problema comienza cuando se presenta la duda.



En ese punto es cuando hay que tomar decisiones drásticas.

Al fin y al cabo, solo es una foto.






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