miércoles, 7 de diciembre de 2016

CIENTO DIEZ Y NUEVE







En Los diarios de Emilio Renzi, el autor, Ricardo Piglia, insiste en que para poder llamar diario a un texto, solo existe un requisito indispensable, que es poner una fecha como título.
A partir de esa fecha, cualquier texto puede considerarse un diario y de quien lo escribe, se puede decir que es un diarista.

Creo que Piglia lo dice como una especie de manifiesto porque insiste bastante.


He visto muchas veces, que en exposiciones de pintura basadas en un tema, los artistas llevan los cuadros que les da la gana y le ponen un título adecuado, para que parezca que han sido pintados ex profeso.
Es muy fácil hacerlo, sobre todo con cuadros abstractos.
Los miembros del jurado también premian a quien les da la gana.
En el fondo todos hacemos lo que nos da la gana, a veces con disimulo.






Una vez me invitaron a ser miembro del jurado de un concurso de pinchos y acepté.
Me atrajo la idea de hacer un plan diferente.
El evento discurría en un buen hotel de Bilbao.
Nos sentaron en una mesa y nos iban trayendo tortillas de patata con muchos pisos y la patata medio cruda.
No me gustó nada, ni los pinchos ni la experiencia.
Me marché en cuanto pude.






Me cuenta una amiga cuya madre tiene una casa en Sotogrande, que se ha inundado el sótano y el primer piso.
No puedo seguirle la conversación, porque me acuerdo de que a mí se me inundó la casa cuando vivía en una planta baja de las Arenas.
Acababa de nacer mi hijo pequeño y me encontré en el jardín donde se aparcaban los coches, con mi niño en brazos sin saber qué hacer.
Mi hermano Gabriel, que vivía en el segundo piso, me dijo que fuera a su casa.
Los vecinos me preguntaban a ver qué necesitaba sacar de la mía, en la que ya había casi un metro de agua y dije lo único que se me ocurrió:

La cuna del niño, por favor.

Me instalaron en un cuarto con la cuna de mi niño al lado.
Gabriel iba en un bote a buscar víveres.
Me trataban muy bien en esa casa, pero yo no conseguía que se me quitara la angustia.
Desde la terraza veía mis dibujos nadando por mi estudio.


No puedo decir que aquello fuera una tragedia pero reconozco que pasé una temporada difícil.





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