martes, 1 de noviembre de 2016

OCHENTA Y SIETE









Ya se han ido los berlineses.
La casa está en silencio.
Poco o nada me invita a hacer planes a los que Odita llama “divertidos”.

Lo maravilloso de los cambios por los que pasamos los seres humanos a medida que crecemos, es que anhelamos la paz con más fuerza todavía, si cabe, o tal vez es que, al ser jóvenes, no sabemos lo que queremos y buscamos desesperadamente algo que nos llene sin saber lo que es.

Como el ciervo almizclero siberiano, que en cierta ocasión percibió un olor maravilloso que le despertaba los sentidos y se quedó prendado.
Empezó a correr por el bosque como un loco atormentado, impaciente por volver a sentir aquello que tanto placer le proporcionó.
No conseguía parar.
Dejó de comer y de dormir.
Buscó sin descanso en las cumbres más altas y en los abismos más profundos.

Tanto tanto corrió, que rendido, cayó extenuado en la espesura del bosque.
Respiró jadeando y grande fue su sorpresa al lamerse el pecho que se había desgarrado en la caída y comprobó que la fragancia que tanto había perseguido, brotaba de él mismo, de una bolsa ovalada que segregaba almizcle.

Lo que tanto había buscado estaba dentro de él mismo.



La primera vez que oí este cuento, algo profundo se despertó dentro de mi.
Tuve la sensación dede que no era algo nuevo.
Tal vez lo había intuido.
Tenia que ser verdad.
Habría sido injusto que no fuera así.
Si mi propia naturaleza me impulsaba a buscar algo que era necesario para mi felicidad, era porque existía.
Tenía que encontrarlo.

Busqué y busqué como el ciervo almizclero y no paré hasta que lo encontré y supe que lo que con tanto ahínco buscaba, estaba dentro de mi.




Hoy es fiesta.
Antes no me gustaban las fiestas.
Prefería los días corrientes, cuando las tiendas están abiertas pero ahora estoy tan ocupada entre semana con las clases en los gimnasios, que me encanta la idea de que todo esté cerrado y me puedo quedar tranquilamente en casita leyendo, escribiendo y haciendo lo que me apetezca sin horarios ni obligaciones.

Disfruto del silencio como si fuera oro. 






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