martes, 15 de noviembre de 2016

CIEN








Me produce alegría, satisfacción y orgullo que mis hijos mayores, que pronto cumplirán cincuenta años, sigan cogiendo olas en Sopelana aunque en casa tengamos la calefacción encendida.
Bien es verdad que su padre era un gran deportista pero su madre, que soy yo, a pesar de haber pasado por temporadas en las que me volcaba en los deportes que me atraían, como por ejemplo el culturismo, luego, no se por qué, los dejaba y pasaba años en los que ni siquiera me molestaba en dar un paseo.



Al hablar de la virtud, Aristóteles distingue entre el "término medio de la cosa" y el "término medio para nosotros”, lo que demuestra que es algo relativo, lo cual me aplico, ya que siendo extremista por naturaleza, a menudo debo preguntarme si he sobrepasado los límites de lo correcto y es posible que así sea en apariencia, no obstante en mi caso en concreto, tal vez hasta me haya quedado corta, por lo que no me preocupa demasiado alcanzar ese punto medio que tanto se ensalza.



Ultimamente he engordado bastante y no me hace ninguna gracia.
Sin embargo sigo comiendo lo que me apetece.
Sé que es una contradicción y no quiero preguntarme por qué me lo permito.
Sin embargo, el sábado estuve en San Sebastián y vi a gente que hacía tiempo no había visto y una persona me dijo:

Te veo más gordita.

No era una novedad, soy la primera que me veo más gordita sin necesidad de mirarme en el espejo, pero me debió de tocar alguna fibra sensible, porque desde entonces parece que he empezado a poner freno a lo que con tanta alegría había dado rienda suelta.
No deseo hablar de este tema, solo quiero hacer lo necesario para resolverlo y que no me moleste.



Sigo con el orden.
Me cuesta.
He sacado fotos a mis mesas de trabajo y a las baldas que las rodean, pensando que con un poco de esfuerzo, al ver la diferencia, me animaré a seguir.
He ordenado un poco y enseguida me he cansado y he preferido seguir escribiendo.


El ordenador con todo lo que implica, ha adquirido una importancia capital en mi vida.
Pocas cosas hay que me inciten a salir de casa y dejar de estar frente a la gran pantalla.











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