domingo, 9 de octubre de 2016

SESENTA Y CINCO








Todo está tan relacionado que casi asusta.
Desde que lo único que me permite el iMac es escribir el diario, he perdido cierta seguridad en mi misma y por consecuencia, las musas de la inspiración no se presentan con la misma alegría que lo hacían antes.
Tanto ellas como yo estamos temblorosas, temiendo que la máquina deje de funcionar en cualquier momento.
Yo, sin embargo, insisto.
Prefiero escribir mi diario a diario pues de lo contrario no sería un diario.
Soy consciente de que está soso últimamente, y en esos casos utilizo la humildad como arma de apoyo.

Ayer empecé a lee Shangri lá de Fernando Sanchez Dragó, recomendado por mi hijo Jaime, y me está interesando.
Es un escritor muy documentado y con él aprendo.


Cometí el error de ir al cine para ver la famosa película de Bayona que tanto éxito tiene y no pude soportarla.
Empecé aburriéndome desde el principio, mas hice el esfuerzo de esperar a ver si cambiaba de tercio, pero al notar que no era mi estilo en absoluto, por mucho que guste a todo el mundo menos a mi, salí y respiré.

¡Que felicidad cuando me encontré en el puerto deportivo respirando aire puro mezclado con el salitre del Cantábrico!

Al llegar a casa me compré el libro de Dragó y se me cambió el panorama.
Jaime ya me había avisado que esa peli le daba pereza.

A pesar de mi edad sigo siendo una crédula.
Veo en la tele a tantas personas mayores, tanto hombre como mujeres, emocionadas, contando lo maravillosa que es la peli y me lo creo.

¡Cuánto me queda por aprender!

No debo distraerme ni un instante, porque lo que me queda de vida es el tiempo prefecto para conocerme.
Se trata de poner atención y aprender de los errores.






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