viernes, 28 de octubre de 2016

OCHENTA Y TRES








Ya he mandado las portadas del libro.
No estoy demasiado satisfecha, porque me he sentido presionada y me cuesta trabajar de esa manera.
No obstante he acudido a fotos antiguas, ya que eso de improvisar en asuntos que van a durar, me parece peligroso por principio.
No quiero arriesgarme.
Ahora solo tengo que esperar y dentro de unos días me encontraré con una novela escrita por mi en tan poco tiempo, que casi ni la reconoceré.


A otra cosa mariposa.

Yo sigo con mi diario, mi humilde trabajo cotidiano, en el que casi sin buscarlo, voy contando mi vida desde el presente.
Me va esta manera autobiográfica de escribir.
Es exactamente el estilo en que me siento a gusto, como si fuera un traje hecho a mi medida.


Desde que se fue mi hijo pequeño, ha cambiado el ambiente de la casa.
Ya no nos sentamos todos alrededor de la mesa para comer e intercambiar opiniones e ideas.
Los mayores salen corriendo porque saben que yo me ocupo de la niña.
Y yo encantada.
La niña es una persona independiente que se entretiene sola de diferentes maneras.
Tiene una imaginación desbordante y a veces hacemos videos en los que ella es la protagonista y la que marca el guión.



La muerte de Carlos Vecino me ha afectado más de lo que pensaba.
A pesar de ser una muerte anunciada y que ha estado viviendo gratis durante muchos años, le echo en falta.
Le ha matado el tabaco, de la misma manera que mató a mi padre, a mi hermana, a Alberto, a Iñaki López y a otros que ahora no recuerdo.
Lo detesto.

Yo fumaba muchísimo.
Marlboro americano.
Tosía tanto, que llegué a pensar que me moriría en uno de esos ataques de tos.
Acudí a Madrid para que Antonio Moraga, que había estudiado en la universidad de Puna, en India y había aprendido técnicas poderosas, me ayudara a dejarlo sin esfuerzo.

Lo que más me costó fue coger el autobús para ir a Madrid.
Sabía que tenía que dejar de fumar pero no imaginaba mi vida sin un cigarro en la mano.

Llegué, estuve dos horas en terapia a pesar de que lo habitual es una hora y desde entonces, jamás he deseado fumar.

Me siento muy agradecida a la paciencia y el amor que demostró Antonio.

Lo he recomendado a muchas personas y a todas les ha funcionado.






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