sábado, 29 de octubre de 2016

OCHENTA Y CUATRO







Me gustan los sábados porque no tengo obligaciones, puedo hacer lo que quiera sin horarios.

Hace un día espléndido y la niña todavía está en casa.
Está mimada y tiene de todo, lo cual no impide que se entusiasme con cualquier cosita que le compre.
Ahora ha ido a la cafetería cercana a nuestra casa, donde Beatriz tiene costumbre de leer los periódicos mientras toma un café.
Allí han ido las dos tan contentas con sus iPads.

Así yo puedo estar tranquila en el silencio de la casa y escribo mi diario en soledad.

El jueves pasado, en la clase de natación mejoré mi apnea: 46 segundos bajo el agua.
Es una birria pero lo que importa es mejorar y poco a poco llegar a un minuto por lo menos.


El padre de Odita lleva ya unos días en Seul y hoy dará la conferencia.
Le gusta Seul.
Ha estado varias veces y comenta que es una ciudad muy avanzada.
No se para nunca, ni de día ni de noche, siempre está en movimiento.

El actual director del museo de arte contemporáneo es un catalán, Bartolomeu Marí que antes fue director del Macba y tuvo que dejarlo por problemas de censura con una obra polémica.
A mi me encanta el Macba, sigo de cerca ese museo desde hace años y considero que Marí lo llevaba bien, pero con aquella pieza en la que el anterior rey de España, Juan Carlos I estaba siendo sodomizado, Marí perdió su puesto.
Hubo toda clase de argumentos en pro y en contra, que terminaron con la dimisión de Bartolomeu.


Tuve el inmenso placer de conocer a una familia coreana que vive en Castro Urdiales, ya que el padre es un experto en acupuntura en las manos.
Estuve yendo todas las semanas durante años y alivió mis dolores.
A través de Lee conocí a su esposa y a la hija, Harang, que es una extraordinaria jugadora de golf.
Representa a España y gana los torneos con facilidad.



Ayer tuve masaje.
Me había comprado en Zara un pantalón precioso y quise ponérmelo para probármelo y enseñárselo a mi masajista.
No me cabía.
Pensé: lo devolveré.
Se lo conté a Mari Luz y ante mi sorpresa, dijo:

No se te ocurra cambiarlo.
Tienes un mes para quitar los quilos que te sobran.

Me quedé de piedra.
Nunca se me hubiera ocurrido semejante cosa, pero me pareció una buena idea.
Tal vez lo intente.










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