domingo, 2 de octubre de 2016

CINCUENTA Y NUEVE








La vida me mima.
No puedo quejarme.
Cada día me encuentro mejor y más fuerte.

Ayer tenía pensado ir a ver la película de Verhoeven, Elle, con Isabelle Huppert y de repente me encontré en los Multis, que es a donde voy más a menudo.
Estando ya en la cola, me di cuenta de que me había confundido de cine y como había estudiado muy bien la cartelera, sabía que había otra peli que me apetecía, así que vi Sting Street.
Me encantó.

Recordé la época en que mi hijo el pequeño (1) empezó a juntarse con sus amigos músicos para crear su primera banda.
Yo no disponía de mucho dinero, pero sus clases de guitarra me parecían prioritarias.
La verdad es que lo que le enseñaban en el colegio no le interesaba nada y sacaba cero en todo menos en gimnasia.
A mi no me preocupaba, porque veía que tenía asuntos más importantes en su cabeza.
No solo la música, sino que en su mesilla tenía libros de Nietzsche y gente por el estilo.

Confiaba en él.
Sabía que era una persona seria y le dejaba libre, aunque a veces me asustaba un poco.

Ahora es un gran artista reconocido internacionalmente.
Me siento orgullosa.
Siempre le he apoyado en todo lo que estuviera en mi mano.


Pues bien, salí encantada del cine.
Sting Street tiene un guión fresco y la música es estupenda.

Al llegar a casa me metí en FB como de costumbre y no conseguí entrar.
Por más que cambiaba la contraseña no me permitía acceder, así que me puse a ver el programa de la Sexta.
Hablaban del tema del PSOE.
Parece mentira que lo que empezó siendo un movimiento callejero, el 15M, esté removiendo la política de un país tan conservador como España.
Todo lo que está sucediendo me parece interesante.
Lo que no me gusta es que veo demasiada hipocresía en todas partes.
Yo también soy una hipócrita, por eso me molesta tanto.



(1) Me ha prohibido decir su nombre.

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