viernes, 23 de septiembre de 2016

CINCUENTA








Hoy me siento como nueva.
He dormido plácidamente y parece que el antibiótico ya ha empezado a hacer efecto.
Durante mucho tiempo me negué a tomar medicamentos alopáticos y probé toda clase de medicinas alternativas.
En aquellas épocas mis problemas eran leves y me iba bien, pero cuando las cosas se complicaron, seguí empeñada en solucionarlas de manera natural y lo único que conseguí, además de pasarlo mal de verdad, fue alargar una situación que necesitaba ser corregida drásticamente.
Tardé unos dos años en darme cuenta de que lo que estaba haciendo no servía para nada y tuve la suerte de que una buena amiga, Isabel Aguirre, no contenta viendo que cada día estaba peor, me puso en contacto con el profesor Álvarez de Mon, que es una eminencia en inmunología, e inmediatamente, a pesar de no tener fuerza ni para levantarme de la cama, cogí mis muletas verdes y me fui a Madrid en el Premium, que es un autobús maravilloso en el que siempre me han tratado con gran delicadeza, porque la verdad es que mi estado era como para ir en camilla.
Cuando pararon en Bilbao fui a comprar el Hola y al pagar, vomité.
Pasé uno de los peores ratos de mi vida, pero la chica de la caja se comportó, me llevó a un lavabo y pude limpiarme.
Me pregunto cómo pude llegar a Madrid.


Inmediatamente el doctor se dio cuenta de mi problema.
Había estado mal diagnosticada y por consecuencia mal medicada.

Me empezaron a hacer pruebas y análisis y efectivamente, lo que el profesor percibió en la primera consulta, era acertado.
Desde entonces voy a verle cada dos meses más o menos y estoy en contacto telefónico con él.
Me encuentro bien y aunque no es fácil, algún día espero curarme.

Hago casi todo lo que me dice.
En la natación le miento un poco, ya que él cree que nado una hora tres días a la semana y la verdad es que con media hora ya tengo bastante.
Normalmente tomo una clase los jueves y luego voy algún otro día.
Según él, nadar es el gran secreto.
La verdad es que me sienta muy bien, pero mi pierna no aguanta tanto esfuerzo.
Tengo la sensación de que el profesor no se preocupa demasiado de mi pierna, a él le interesa sobretodo mi vejiga.
A veces se sorprende de que mis análisis parezcan los de una niña.

Ayer, después de la clase de natación fui por primera vez a la clase de hipopresivos.
Es lo mejor para el suelo pélvico.
Me gustó la profesora.
Tengo la sensación de que este curso me voy a dedicar de lleno a recuperarme del todo y eso se hace a través del ejercicio y la alimentación.
He comprobado que mi bienestar depende de mi esfuerzo.













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