martes, 23 de agosto de 2016

VEINTIDÓS








Por fin mi hermano ya está en planta.
Me lo hizo saber su mujer a través de un whatsapp y me alegré.
Le dije que no me atrevía a mandarle recuerdos porque no los aceptaría, sin embargo me dijo que sí, que muchas gracias.
Parece que la cosa mejora.
Todo mejora.
Así es mejor.

Luego se me rompió una pieza del coche y ahora estoy esperando a que me digan cuánto tardarán en arreglarlo.
Con el calor que hace, prefiero estar en casa.
Me apetecería ir a la playa y nadar pero me temo que no podré.

Ayer fui a la peluquería y me corté el pelo.
Tengo una especie de necesidad de sentirme cómoda, de tener una vida fácil, sin complicaciones.
Me parezco un poco a Loquillo, pero con el peinado más desordenado.

Sigo leyendo a Pániker.
A veces se mete en unos vericuetos filosófico místicos que no van a ningún lado, pero cuando habla de si mismo parece un niño pequeño que quiere gustar, le veo un lado tierno que me complace.
Definitivamente, los que más me interesan son los escritores diaristas.
Mi profe me recomienda los diarios de Trapiello y estoy deseando meterme con ellos, pero como no se pueden hacer dos cosas al mismo tiempo y ahora estoy imbuida en Pániker, tendrán que esperar.

También desde un punto de vista personal prefiero escribir mi diario, es más directo y no tengo que inventar nada.
Además tengo muchos más seguidores que cuando publicaba los capítulos de las novelas.

La vida me sorprende constantemente.
Cuando creo que he llegado a algún sitio para quedarme, de repente, sin venir a cuento y sin saber por qué, da un giro y me lleva por otro camino en el que me deleito todavía más.
Al paso que voy, espero llegar al séptimo cielo en cuestión de segundos.

O tal vez ya estoy y no me doy cuenta.






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