lunes, 8 de agosto de 2016

TRES









Para que la vida de familia resulte agradable, a pesar de los momentos tensos que rompen la armonía, se requiere un esfuerzo.
Intento controlarme y creo que lo consigo la mayoría de las veces, pero el tono de voz me traiciona.
Hoy, sin embargo, mi hija Beatriz que presume de carácter, me ha dicho que mi caso es excepcional, porque se supone que la gente suele tener más genio a medida que se hace mayor y sin embargo, yo me voy ablandando.
No sabe bien lo que me cuesta.
Lo hago por mi propio beneficio.
Prefiero dar la razón, agachar la cabeza, rendirme, hacer lo que sea necesario, con tal de que reine la paz.
Así como en el terreno del carácter consigo hacer avances, en lo relativo al comer y beber me estoy dejando llevar hasta tal punto, que hoy me he visto sin querer en el espejo de un ascensor y me ha costado darme cuenta de que la oronda persona que me miraba, era era yo misma.
No solo me molesta por la estética, que también, sino que para mi piernita rota no es saludable cargar con tanto peso.








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