lunes, 1 de febrero de 2016

Capítulo 45_Mónica reflexiona











A pesar de que Gari ocupaba su pensamiento más de lo que le hubiera gustado, Mónica estaba contenta.
Notaba los efectos de la biodescodificación.
Se sentía ligera y segura de si misma.
Poco a poco, iba perdiendo el miedo a estar sola.
La lectura de Anna Karénina influía tanto en ella y en su circunstancia, que le obligaba a reflexionar sobre sus sentimientos y a pesar de que le costaba profundizar y no quería saber demasiado, no le quedaba más remedio que compararse con ella en alguna medida, aunque su caso era diferente, puesto que Mónica creía estar enamorada de su marido y pensaba que lo de Gari era simplemente un capricho pasajero.
De momento se adaptaba a esa relación tan amigable que tenían Gari, Carlota y ella.
Siempre que estaban los tres juntos disfrutaban de lo lindo.
Bien es verdad que Gari no coqueteaba con ella, parecía que se contentaba con que fueran amigos.
Y Mónica se conformaba estando con él.
Al no ver ningún signo de amor o flirteo por parte de Gari, se comportaba como una amiga y aunque resultaba frustrante, le causaba menos problemas que cuando se empeñaba en tener un idilio con él.
Haciendo un repaso de su vida, tal vez fuera la primera vez que no conseguía lo que quería.
Lo que en un principio le pareció humillante, con el paso del tiempo y recapacitando sobre su propia vida, le obligaba a darse cuenta, de que lo que le estaba pasando, era algo que le puede pasar a cualquiera y ella era una persona como las demás.
Bien es verdad que su vida había sido privilegiada y que hasta ahora todo le había salido a pedir de boca y es muy probable que Gari no quisiera meterse en un asunto que podía causarles problemas a los dos, sobretodo a ella que era una mujer casada.
Todos estos pensamientos se desvanecieron, cuando su celular hizo un ruidito y al abrirlo leyó un mensaje de Gari, en el que le preguntaba si podía recibirle en su estudio para un asunto profesional.
Contestó que si, que estaba ahí y podía ir cuando quisiera.
A los diez minutos apareció Gari con su estilo salvaje, como si acabara de salir del agua.
Efectivamente, comento que había estado surfeando en Sopela y había pasado por su casa para ducharse.
Traía una carpeta con muchas fotos de su escuela de surf y estaba pensando montar otra escuela en la playa Salvaje, oficialmente llamada Barinatxe, que está enclavada entre los municipios de Sopela y Getxo, por lo que tendría que pedir permisos a los dos ayuntamientos.
Cada vez estaba más contento en Bilbao y la afición al surf era enorme en esa zona.
Además había surfistas muy buenos con los que ya había hablado y estarían encantados de ejercer de profesores.
Enfín, lo que quería es que en cuanto consiguiera los permisos, Mónica hiciera una web super moderna en Euskera, francés, inglés y español, que abarcara la escuela de Bidarte y la de Barinatxe, para darlas a conocer en todo el planeta y que vinieran surfistas de Australia como llevan años yendo a Mundaca.
Según Gari, las olas de Barinatxe no tienen nada que envidiar a la famosa ola de Mundaka, más bien lo contrario.
Además en esta zona hay tantas playas distintas en las que coger olas, que la elección se hace difícil.
Le gustaría que la escuela tuviera clases para que los niños empezara muy pequeños.
Había conocido algunas chicas en Barinatxe, expertas surfistas deseosas de que sus hijos siguieran sus pasos.
También había hablado con la escuela de surf que se ocupa de Sopela y la Salvaje y a pesar de que estaban bien organizadas, Gari tenía la experiencia de Biarritz donde el surf lleva más tiempo y había llegado a la conclusión de que ambas pueden convivir incluso fortalecerse mutuamente.
A Mónica le pareció un proyecto precioso, pero le dijo que mientras no tuviera los permisos era una pérdida de tiempo hablar del tema, así que de momento lo mejor que podía hacer, era guardar la carpeta y empezar por la base.
Gari estaba muy entusiasmado, pero tuvo que reconocer que Mónica tenía razón.
No tiene sentido empezar la casa por el tejado.

Dado que ya estaba todo hablado, Gari le propuso que fueran a comer al Bilbao Berria de la calle Ledesma a donde él iba a menudo.
Reservó una mesa y allí se dirigieron, caminando por los jardines de Albia.
Al pasar por el Iruña, Mónica saludó a un conocido y se sintió rara de que le vieran paseando sola con un hombre que no era su marido.
No era la primera vez que le pasaba algo parecido ya que a veces, cuando entregaba las webs le invitaban a tomar algo para celebrarlo, pero esta vez era diferente, aunque la verdad es que solo ella lo sabía.
Nadie tenía por qué alarmarse.
Mónica se ruborizó y Gari se dio cuenta de que había pasado un mal rato, pero no comentó nada.
En el fondo ambos sabían que se gustaban, pero ninguno se atrevía a confesarlo, porque lo que se barruntaba era peligroso.
A estas alturas Mónica y Gari ya tenían suficiente confianza como para comentar las pequeñas anécdotas que trae la vida, así que cuando estaban instalados en una mesita encantadora bebiendo un Viña Pomal de Bodegas Bilbaínas, mientras esperaban a que les sirvieran la comida, Gari, notando que Mónica ya estaba relajada, le comento medio riéndose:

¿Por qué te has puesto nerviosa cuando te ha saludado ese tío en la puerta del Iruña?

Mónica no sabía qué contestar y salió del paso como pudo:

No sé, ten en cuenta que soy una mujer casada y puede parecer raro que esté mano a mano con un hombre que no es mi marido.

Ya entiendo.

Dijo Gari muy poco convencido.
Y siguió:

En realidad no hacemos nada malo.
Aunque si tu quisieras podríamos hacer algo.
Yo no quiero presionarte, pero en el momento que tu quieras no tienes más que hacerme una señal.

Lo estoy deseando desde el día que te conocí.

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