domingo, 21 de febrero de 2016

Capítulo 55_En casa de Amanda











Ni por un momento dudó Mónica en aceptar la invitación de Amanda.
No solo recordaba las noches de farra, sino que cuando Carlota le contó la charla que habían mantenido en el Arraiz, Mónica pensó que era un tema apropiado para hablar entre mujeres.
La verdad desnuda, es que estando con hombres suelen ser ellos los que dirigen la conversación y no acostumbran a tocar los temas emocionales que tanto interesan a las mujeres.
Mónica quedó en pasar por Concepto a última hora para recoger a Carlota y al llegar a la galería, le confesó que la idea de tomar un té no era lo que más le apetecía.

¿Qué te parece si llevamos jamón Joselito y vino tinto?
Podemos pasar por el BM de Ajuriaguerra que está cerca de las torres y suele haber sitio para aparcar.

Mónica esperaba la respuesta de Carlota y al ver que tardaba, la miró.
Notó que tenía una expresión de duda, por lo que insistió:

¿No te parece una buena idea?

Preguntó extrañada.

Me parece la mejor idea del mundo pero pienso que tal vez al invitarnos a un té, ella ha pensado en darnos un té con pastas en plan inglés.

Perdona, replicó Mónica medio riéndose, pero en Inglaterra toman el té a las cinco y nosotras vamos a ir a su casa a las ocho.
Además no estamos en Inglaterra, ya quisieran los ingleses tener un buen jamón con pan de chapata y unas botellas de Viña Albina.

Es verdad, tienes toda la razón, asintió Carlota, cuando vives fuera eso es lo que más echas de menos.

Amanda abrió la puerta y al ver a sus amigas con las bolsas del supermercado, se echó a reír.
Pasaron al salón y vieron una mesa preciosa con jamón, chorizo, lomo, queso, pan, vino y unas grandes copas, todo ello colocado con verdadero primor.
Todas se rieron al darse cuenta del equivoco.
Amanda no necesitó que le explicaran nada, comprendió inmediatamente lo que había sucedido y fue ella la que aclaró que en Japón, en el habla coloquial, se llama té a todas las bebidas.
Al invitarles a tomar un té solo quería decir que fueran a su casa.
Era verdad que estaba acostumbrada a tomar té a todas horas, mas estando en Bilbao quería disfrutar de todos los placeres gastronómicos que la ciudad ofrece y que tanto echaba en falta cuando residía en otros lugares.

Amanda es algo mayor que las otras y tiene gran experiencia de la vida, no solo porque ha pasado por duras experiencias personales, sino porque ha viajado, ha vivido en diferentes lugares y conoce a gente de distintas razas y culturas.
Casi podría decirse que es una mujer sabia, no obstante se comporta como una niña, se ríe hasta de su sombra y da la sensación de que no se toma nada en serio.
Sin embargo, cuando entraron en temas profundos, tanto Carlota como Mónica la escuchaban fascinadas, puesto que había encontrado soluciones a temas dificilísimos por medios sencillos en los que ellas no habían pensado.
Confesó que practicaba el Hoponopono, método hawaiano que consiste en borrar los sedimentos de asuntos desagradables que nos hayan quedado en nuestro interior.
El Hoponopono ofrece técnicas para que cada vez que sucede algo que nos ofende, o que alguien tiene una actitud que no nos gusta, en vez de tratar de cambiar lo de fuera, seamos capaces de perdonar la parte de nosotros que creó ese problema.
El perdón borra todo y para perdonar solo es necesario amar.
También contó, que en su relación con los hombres, tema peliagudo en el que todavía y a pesar de su edad y experiencia, no había conseguido saber cómo se hace para que funcione, le había ayudado el libro de Taisha Abelar “Donde cruzan los brujos” (1).
La influencia de este libro le llegó tan hondo, que a los cuarenta y cinco años hizo voto de castidad, porque se dio cuenta de que a causa de sus seudo enamoramientos convertidos en obsesiones, perdía la paz.
Comprendió que la práctica del sexo le creaba un apego, que a la larga se convertía en causa de sufrimiento.
Amanda pensó:

Muerto el perro se acabó la rabia.

Efectivamente, así es como resolvió uno de los grandes problemas de su vida.
Al principio tuvo que hacer un gran esfuerzo de voluntad, ya que en Australia se enamoró de un artista con quien tenía gran afinidad y se sintió vulnerable.
No obstante, logró controlar el impulso y desde entonces toda le ha resultado fácil.
Se ha dado cuenta de que es muy feliz viviendo sola, haciendo lo que quiere sin tener que dar explicaciones a nadie y sobre todo, se ha quitado de encima una carga muy pesada.
Mónica y Carlota la escuchaban casi sin dar crédito a lo que les contaba.
No rechistaban.
Habían dejado de comer los exquisitos manjares y cada una con la copa de vino en la mano, la mirada absorta en Amanda y los oídos atentos a sus palabras, iba comprendiendo que existen otras maneras de vivir que a ellas nunca se les habían planteado.
Bien es verdad que Carlota estaba decidida a no casarse ni tener un romance serio, pero de ahí a prescindir del sexo va un gran trecho y no podía negar que sus eventuales idilios resultaban bastante deprimentes, ya que si no hay amor, no resulta divertido y si hay enganche, otra vez se entra en el apego, que es la causa del sufrimiento.

Estaban tan entretenidas, que Mónica llamó a Alonso para decirle que no le esperase porque iba a llegar tarde.
Alonso estuvo encantador como de costumbre, contento de que su esposa estuviera pasando un buen rato con sus amigas.
A veces casi pensaba en ella como si fuera su hija, porque en algunos asuntos él era más maduro y le gustaba protegerla.
La veía inocente frente a un mundo lleno de peligros.









1_Taisha Abelar fue una antropóloga y escritora estadounidense, que convivió y compartió enseñanzas con el antropólogo peruano Carlos Castaneda.

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