miércoles, 10 de febrero de 2016

Capítulo 50_En Saint Gaudens











Recomiendan estar diez días para sentir los beneficios de un cereal integral bien preparado, bien acompañado y masticado en paz.
Solo llevaba tres días en Cuisine et Santé y se sentía renovada.
El aprendizaje era constante.
Además de las dos conferencias diarias de Daniel, la mayoría de la gente sabía muchísimo y el tema de conversación era la macrobiótica.
Muchos de los que estaban allí, llevaban años yendo y practicaban la macrobiótica en sus casas, aunque no de manera tan estricta como se hace en la escuela.
A Mónica no le gustaba cocinar, aún así asistía a las clases con la esperanza de que algún día, sabiendo la forma correcta de cortar las verduras y de cocer los cereales, podría cocinar para ella y su marido.
¡Qué bien les vendría a los dos practicar la macrobiótica!
A veces Alonso hacía algún comentario sobre los beneficios de esa alimentación, pero ella no le hizo caso hasta ahora, que casi sin saber a donde iba, ha caído en este lugar buscando reposo y está viendo que le ofrece mucho más de lo que esperaba.
Se compró todos los libros de Ohsawa (1) y se dispuso a estudiarlos a fondo para tener una base sólida sobre todo lo que aprendía.
Oshawa dice:

La práctica de la macrobiótica sin la teoría es peligrosa.
La teoría sin la práctica no sirve para nada.

Mónica pensaba que se le había abierto un mundo nuevo.
Siempre había comido lo que come todo el mundo, sin plantearse si era sano y equilibrado.
Nunca había entrado en una tienda de dietética o en un herbolario.
Sabía que el azúcar engordaba, pero no tenía ni idea de que fuera veneno (2).
Tampoco sabía que es preferible no tomar lácteos.
Poco a poco fue descubriendo un mundo interesante y práctico que desconocía.
Sabía lo que decía Hiipócrates: 

"Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento”.

Lo había visto escrito en algún sitio pero hizo caso omiso.
Se encontraba bien y no quería complicarse la vida.
Pero las circunstancias habían cambiado.
No estaba dispuesta a perder su paz interior.
Estaba decidida a pasar en Saint Gardens los diez días que se había propuesto.
A medida que pasaba el tiempo, se iba dando cuenta de que a pesar del esfuerzo que requería estar fuera de casa y en un lugar tan austero, experimentaba una tranquilidad que casi había olvidado.
Hablaba todos los días con Alonso, que le animaba a quedarse hasta el final y le escuchaba con santa paciencia todo lo que le contaba sobre la macrobiótica, lo que aprendía y la gente que conocía.
Todas las personas que iba conociendo eran interesantes.
La mayoría, franceses e italianos y algunos vascos y catalanes.
A pesar de que Daniel ponía mucho énfasis en la necesidad de masticar despacio y muchas veces, no resultaba fácil porque en las comidas y las cenas se organizaban grupos de gente heterogénea, que empezaban hablando de macrobiótica y tratando de masticas cien veces cada bocado, pero enseguida empezaban a reírse y terminaban comiendo deprisa y corriendo para poder hacer algún comentario jocoso.
Mónica decidió que si comía con la gente se olvidaba de masticar así, que a partir del sexto día, se sentaba debajo de un árbol milenario que hay en el jardín, marcando que quería estar sola, para masticar cincuenta o sesenta veces.
No se decidió a hacer un siete, le pareció que con estar allí y masticar bien ya era suficiente.
Quizás en otra ocasión, porque estaba segura de que volvería.

Pasados diez días en la escuela de la macrobiótica, Mónica se encontraba en plena forma, deseando volver a su casa y a sus actividades.
Se sentía inspirada.
Hizo muchas fotos en esa zona tan bonita, con casas antiguas y arreglos florales inigualables.
Hasta tal punto son sofisticados los franceses, que en el pueblo de Saint Gaudens, que no tiene más de trece mil habitantes, había una tienda solo de tazas.
Visitó la catedral de Sainte-Marie de Saint-Bertrand de Comminges (XI-XII) (3) que la entusiasmó. A pesar de que conoció a gente documentada no solo en la macrobiótica, sino en otros campos de todo tipo y habló como una parlanchina, para ella fueron días pasados en soledad.
Tuvo tiempo para reflexionar sobre si misma y su vida, lo cual no significa que fuera capaz de llegar a resolver sus dudas respecto al tema que la alteraba.
Seguía sin saber lo que quería hacer.
Quizás estuviera tomando demasiado en serio algo que no merecía darle tanta importancia.
Ni siquiera de eso estaba segura.




1_George Ohsawa fue un filósofo japonés fundador del sistema de enseñanzas conocido con el nombre de “macrobiótica".
2_La fórmula química de la cocaína es C17H21NO4. La fórmula del azúcar es C12H22O11. Desde el punto de vista práctico la única diferencia es que al azúcar le falta el átomo del nitrógeno.
3_La arquitectura románico-gótica es elegante, las vidrieras renacentistas, el coro con sillerías esculpidas y los órganos del siglo XVI son remarcables. Es de apreciar la intimidad del claustro románico del siglo XII.

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