lunes, 25 de enero de 2016

Capítulo 42_Mónica decide ir a Madrid













Mónica comentó con Carlota que no se encontraba bien, que necesitaba ayuda, pero no exactamente la de un medico o un psiquiatra, sino algo parecido a la biodescodificación.
Su estado de ansiedad no le permitía vivir en paz.
Carlota la escuchó sin interrumpciones, dejando que se explayara, aunque en algunos momentos que se hacían largos, Mónica guardaba silencio, tal vez porque no sabía cómo expresarse o quizás no quisiera decir lo que pensaba.
La biodescodificación con Mercé Freixas le iba bien y le ayudaba, pero para los ataques de nervios, necesitaba algo perentorio.
Carlota recordó las conferencias de Pepe Cabot.
Ella se había centrado en las pinceladas que dio sobre los extraterrestres, pero el tema de fondo era, además de la bioneuroemoción, que es lo mismo que la biodescodificación, la curación inmediata para desajustes neuronales.
Con una fuerza que no sabe de donde le salió, Carlota le aconsejó que sin más dilación, pidiera una cita con Pepe Cabot y que fuera a Madrid.
De las cuatro conferencias, Carlota solo había asistido a dos.
Se había perdido la de la mañana del sábado, en la que Pepe hizo curaciones individuales en grupo.
Durante el descanso de la conferencia del domingo, mientras tomaban algo en el bar de enfrente, los que habían estado allí, comentaron que Pepe era una máquina curando.
Mónica necesitaba intentarlo.
No podía seguir en ese estado.
Llamó a Pepe Cabot y la citó para dentro de cuatro días.
Aparte de que consideraba que no tenía que dar explicaciones de su vida a nadie, ni siquiera a su marido, tampoco era un gran viaje, puesto que su idea era ir en un autobús Premium, que sale de Getxo y que resulta muy agradable.
Al despedirse de Carlota, le dio las gracias por haberle soportado la escena de la comida y por aconsejarle lo de Pepe Cabot.
Esa tarde no fue al estudio, no tenía fuerzas, prefería descansar y ordenar sus sentimientos.
Fue a su casa, se tumbó en la cama y al cabo de un rato se durmió.
Así la encontró Alonso cuando llegó.
No quiso despertarla pero al oír el ruido de la puerta, Mónica abrió los ojos.

¿No te encuentras bien?

Le preguntó Alonso, extrañado de que estuviera dormida a esas horas.

No del todo.
He comido con Carlota y algo me ha sentado mal.
Voy a ir a un médico de Madrid que me han recomendado.

Soltó todo seguido, sin interrupción, sin pensar en lo que decía.
Alonso la escuchó atentamente y le dijo:

¿Crees que aquí no hay algún médico que te pueda ayudar?

A lo que Mónica, sin pensarlo, respondió:

No es un médico exactamente, es una persona que tiene métodos parecidos a los de los chamanes.
No te lo puedo explicar, porque todavía no sé en qué consiste, pero tiene que ver con la biodescodificación de la que te hablé.

Bien, bien, haz lo que creas conveniente, si crees que te puede ayudar.
¿Cuando te vas?

El miércoles en el Premium y vuelvo el jueves.

Contestó con rapidez, no quería que se ofreciese a acompañarla.
Necesitaba hacerlo a su manera.

Veo que tienes todo organizado.
¿vas tu sola?

Si, claro, no necesito que nadie me acompañe para ir a Madrid.

No era su intención resultar desagradable, pero el tono que empleó no le gustó a Alonso.
No quería enfadarse con ella pero no le quedó más remedio que decírselo:

Mónica, ¿por qué me hablas en ese tono?
¿tienes algo que reprocharme?

Inmediatamente Mónica reaccionó, dándose cuenta de que Alonso no tenía nada que ver con su mal humor y se disculpó.
Le dijo que se acercara para darle un beso y todo se aclaró.

Cuando iban juntos a Madrid tenían costumbre de hospedarse en el Palace, donde les conocían, ya que los padres de Alonso también se habían hospedado allí toda la vida.
Pero esta vez, Mónica quería estar sola, en algún lugar anodino, así que miró en internet buscando un hotel “Solo para mujeres” como el que eligieron en Nueva York cuando fueron Carlota y ella para celebrar su separación, pero en Madrid no había llegado esta moda todavía, así que tuvo que conformarse con ir a un Petit Palace en el barrio de Salamanca, que en realidad es lo que más le apetecía para poder hacer alguna compra en el tiempo libre que iba a ser escaso.

Le alegró bastante organizar ese plan, la idea de estar fuera de casa a su aire, lejos de Bilbao y respirar el aire madrileño que tanto conocía de otras épocas de su vida.

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