martes, 5 de enero de 2016

Capítulo 27_ La fuerza de voluntad








La biodescodificación hacía efecto en Mónica.
Se sentía segura de si misma y decidida a tomar sus propias decisiones.
Pensó que debía poner más interés en su trabajo.
Le gustaba hacer webs y tenía la suerte de que le encargaban tantas, que a veces tenía que negarse a aceptar algunas, por lo que pensó que tal vez debería contratar a una persona para que trabajara con ella.
Sería estupendo que le ayudaran pero la idea de compartir su estudio, justo ahora que había decidido tener cierta independencia, no le apetecía nada.
Pensó:

Ya lo decidiré en otro momento.

La procrastinación era uno de sus puntos débiles y lo sabía.
La fuerza de voluntad no es algo que surja si no se practica.
Además, había leído una frase de Gandhi que le llegó al alma:

"La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable”

Había descuidado su fuerza de voluntad desde que se casó.
Alonso era tan disciplinado y se ocupaba de tantas cosas, que ella se había quedado casi sin responsabilidades y se dedicaba a hacer solamente lo que le daba la gana.
Ni siquiera con las webs era organizada.
Las hacía con tanta facilidad que no necesitaba esforzarse.
Sin embargo no era ese terreno el que más le preocupaba, sino otro que no quería confesárselo ni siquiera a ella misma.
Desde que cerró la puerta de su estudio a las visitas sin cita, se había acostumbrado a tomarse un Verdejo a la hora del aperitivo.
Lo que al principio empezó siendo una copa, estaba llegando a ser media botella, lo que suponía quedarse adormilada toda la tarde.
Por otro lado, se daba cuenta de que era incapaz de estar con gente si no tenía una copa en la mano.
La biodescodificación la había despertado y se estaba dando cuenta de que si seguía por ese camino, el asunto se podía convertir en un problema.
Estaba convencida de que no era alcohólica.
Lo dejaría ella sola.
Además, no necesitaba dejar el alcohol completamente, simplemente dejaría de beber en el estudio ya que por lo que había oído, el verdadero problema del alcohol es beber en soledad.
Iría bajando la cantidad.
Lo mejor era dar pasos pequeños, empezando poco a poco.
Desde muy joven había bebido cuando salía y nunca le había preocupado, pero se daba cuenta de que desde que conoció a Gari, se había alterado y su vida era una especie de montaña rusa con subidas y bajadas, que no era capaz de controlar.
La bío le limpiaba la cabeza y le hacía ver que quizás necesitara más ayuda para enfrentar sus problemas.
Le costaba reconocer que tenía un problema serio con el alcohol.
Hasta ahora, nunca se había planteado que había asuntos en su vida que no estaban en su sitio.
Cuando encontró a Gari y empezó a sentirse viva por primera vez desde hace mucho tiempo, se dio cuenta de que no era perfecta y de que tenía que enfrentar unos temas en los que no había reparado.
Se sentía incapaz de comentar sus dificultades con nadie.
Pensó en hablar con el doctor que le recomendó las pastillas para la fingida frigidez, pero eso sería reconocer que tenía un conflicto con la bebida y no estaba dispuesta a aceptar semejante cosa, así que de momento lo único que deseaba era olvidarse de todo, e intentar estar con Gari que es lo que de verdad ansiaba.
Sabía que era una equivocación y que tenía cuestiones más urgentes en las que poner la atención, pero una vez más se dijo a sí misma:

Ya lo decidiré en otro momento.

Llamó por teléfono a Carlota, con la buena suerte de que Gari estaba en la galería, ayudándole a descolgar la expo de Morquillas que se había clausurado.
Le dijo que pasara por ahí y que en cuanto terminasen, irían a tomar algo los tres.
Inmediatamente olvidó todos sus problemas y preocupaciones, se maquilló con cuidado, se perfumó con Aqua Di Parma, que era su favorito para las ocasiones importantes , se puso unos stilettos (1) y se presentó en Concepto, donde fue recibida con mucho cariño.
Se sentía en la gloria.
Definitivamente no tenía por qué agobiarse cuando tenía todo en la vida para disfrutar.



(1) Los Stilettos son los zapatos que comúnmente se conocen como tacones de aguja. De hecho, para que un tacón sea considerado Stiletto, tiene que medir como mínimo 10 cms.


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