miércoles, 16 de diciembre de 2015

Capitulo 15_Repercusiones










El encuentro con los hermanos Artiach modificó en cierto modo los planes de Gari.
Hasta entonces, él pensaba que haría su entrada en Bilbao a través de sus primos Beñat y Carlota, ya que conocía a algunos de sus amigos.
Sin embargo, después de haber hablado con Jaime y recordado las maravillosas vacaciones en Bali, a donde llevaba tiempo sin ir, pensó que tal vez sería mejor dejarse llevar por los acontecimientos que la vida le fuera presentando.
Para empezar, decidió invitar a los Artiach a su fiesta.
Mezclar a gente que no se conoce entre si, resulta divertido.

Parece que la vida en Bilbao tiene más alicientes de lo que me había imaginado.

Pensó Gari con cierta sorpresa.
Meterse en el agua era lo que le generaba las endorfinas para disfrutar de todo lo que la vida le ofrece.
Se equivocó al pensar que si vivía en Bilbao, no tendría esa oportunidad.
Sin embargo, el día pasado en Sopelana con Beatriz y Jaime le hizo recordar la importancia de las olas en su vida.
Al día siguiente volvió a la playa y allí estaban los hermanos.
Le saludaron como a un viejo amigo y se sintió cómodo con ellos.
Mientras tomaban una cerveza, les habló de la fiesta que estaba preparando y Jaime dijo que iría encantado.
Sin embargo, a Beatriz le notó reticente, por lo que le dijo tranquilamente:

Si te apetece puedes traer a algún amigo.

Y mirando a Jaime:

Tu también, sería estupendo que invitarais a vuestros amigos porque yo soy nuevo en Bilbao y conozco a muy poca gente.

No concretaron demasiado las cosas.
Jaime iría y Beatriz se lo pensaría.
Se notaba que los hermanos se querían muchísimo y tenían en común muchas cosas además de los deportes.
Más tarde sabría que su padre, al que adoraban, se había muerto hacía relativamente poco tiempo.
Mientras Beatriz observaba y mantenía cierta distancia, Jaime se abría por completo.
Los que le conocían le saludaban con respeto. 
Solo mucho más tarde, Garikoitz se enteró de que había sido una leyenda en el mundo del golf.
Entre otros campeonatos importantísimos, había ganado la Biarritz Cup, en la que participan los mejores de Europa.
Sin embargo era humilde, nada en él hacía pensar que era un deportista extraordinario, excepto su buen aspecto.
Alto, fuerte, moreno, cuerpo de atleta y una sonrisa fácil que irradia simpatía y posiblemente mucha seguridad en si mismo.
Gari confirmó su pensamiento del día anterior respecto a la chica.
Beatriz era muy mona, rubia con unos ojos de un azul intenso fuera de lo común y un cuerpo moldeado a fuerza de mucho deporte.
Carecía de coquetería y daba la sensación de ser una mujer eminentemente práctica que no pierde el tiempo.
Más tarde se enteró de que los dos hermanos habían estudiado sus carreras en California y de que ambos hablaban alemán.
Gari sentía algo parecido a la envidia cuando estaba con ellos.
Él no tenía demasiada relación con sus hermanas.
Incluso antes de irse, no recordaba haber hecho planes con ellas o haber intercambiado confidencias.
Siempre había estado solo.
Nunca había visto una pareja de hermanos que se llevara tan bien.
Un día de esos, mientras tomaban algo, le hablaron del golf, de lo interesante que es como deporte, porque te hace pensar y te obliga a concentrarte.
Beatriz le dijo que si le apetecía podía ir a Derio y le enseñaría la escuela donde ella era profesora.
A Gari le pareció una idea estupenda.
Nunca se le había ocurrido acercarse a ese deporte tan estático, pero al escuchar lo que contaban los dos hermanos con entusiasmo, se despertó su interés.
Al día siguiente se presentó en la escuela de Derio, con la suerte de que un alumno llamó para decir que no podía ir, por lo que Beatriz le pudo dedicar su atención y le enseñó los rudimentos del golf.
Lo hizo con paciencia, tranquilamente, asegurándose de que entendía lo que le iba contando.

No me extraña que tenga fama de ser buena profesora.

Pensó Garikoitz sin comentar nada excepto dándole las gracias.
El golf no solo es un deporte muy difícil, sino que requiere tiempo y esfuerzo para conseguir nimios resultados.
Además, los palos son caros, pero Beatriz le dijo que se puede ir poco a poco, empezando con una bolsa ligera en la que se meten los palos fundamentales y así, uno va viendo si le gusta la idea de golpear una bola hasta meterla en el agujero.
Otra novedad.
Desde que vive en Bilbao su vida se enriquece por momentos.

Gente nueva, deportes, el Guggenheim cerquita de su casa, su fiesta y en un rincón de su cabeza el pensamiento de Mónica, que se ha colado sin su permiso.

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