jueves, 10 de septiembre de 2015

Un aura verde











Al volver a casa después de romperme la pierna por primera vez, mi amiga Rosa venía a visitarme casi todos los días.
También había estado viniendo al hospital porque aunque allí tenía muchas vistas, ella sabía que su presencia era importante para mi. 
Tenerle cerca me tranquilizaba.
Además, tenía confianza para pedirle favores y podía comentar con ella mis pensamientos, mis ideas e inquietudes.
Rosa es un ángel.
He tenido mucha suerte de que forme parte de mi vida.
Era incondicional y lo sigue siendo pero gracias a Dios ahora no le necesito tanto.
Es una amiga en el sentido total de la palabra.
Me acepta con mis defectos y mis virtudes.
Es tan delicada que a veces me avergüenzo de mi falta de sensibilidad.
Es respetuosa, cariñosa, independiente, comprensiva, puntual, generosa, nunca levanta la voz, siempre dispuesta a ayudar y agradar.
Cada vez que tengo la oportunidad de estar con ella lo considero un regalo.
En aquella circunstancia, su compañía aliviaba mi obligada quietud.
Por las mañanas me venía a buscar una ambulancia que me llevaba al hospital para hacer una rehabilitación muy dura que me dejaba exhausta para el resto del día.

Una tardecita estábamos las dos tan tranquilas, charlando en la penumbra del salón de mi casa de Las Arenas y ella hablaba de algo que no recuerdo.
Yo le miraba embelesada, su voz es bonita, agradable, monótona, envolvente y he aquí que de repente, sin haberlo pensado ni buscado, me encontré con que alrededor de su figura había una especie de halo verde luminoso que le envolvía, de un grosor como de diez o quince centímetros.
Me quedé de piedra.
Ella seguía hablando y yo le miraba encandilada.
No conseguía apartar los ojos de ese halo.
Nunca había visto nada semejante.
Poco a poco fui recobrando la consciencia del momento y recordé que en mi mesilla de noche tenía un libro que hablaba del aura.
Me levanté y renqueando con las muletas, fui a buscarlo.
Volví al salón, le conté a Rosa lo que había visto y busqué la página del libro en la que entre los diferentes colores, hablaban del aura verde.
Hablaban del aura como de una luz en forma de huevo que rodea a la persona y lo que yo había visto no tenía forma de huevo en absoluto, pero más adelante explicaba que el aura tiene varios cuerpos y el que yo vi es el más cercano al cuerpo físico.
Lo que vi seguía la forma del cuerpo y tenía la misma anchura en todas partes.
Empecé a leer en alto.
Decía lo siguiente:

Aura verde: El individuo con color verde es una persona encantadora y con gran determinación. También es muy sensible y su energía le requiere para ayudar a otras personas en la medida de lo posible. Y es que es muy humanitario y con grandes dotes de sanador, por lo que si su aura está en positivo, siempre estará dispuesto a ayudar allí donde pueda.
Gran facilidad de trato que puede crear cierta sensación de falsedad.

Mientras leía, Rosa me escuchaba con atención y cuando terminé le miré sonriente.
Ella, tranquila y sin inmutarse, comentó:

La verdad es que estoy de acuerdo en casi todo, lo único con lo que no me identifico es con la última frase.

Me hizo gracia que dijera eso porque al verle siempre tan en su sitio yo también había pensado alguna vez que estaría fingiendo, pero después de tantos años en su compañía, ahora estoy segura de que es encantadora de verdad.
Jamás le he visto una mala cara ni un comentario desagradable.
Insisto: Rosa es un ángel.


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