sábado, 22 de agosto de 2015

Un momento decisivo












Hubo un momento de lucidez en el que me di cuenta de que no podía seguir en el camino de las drogas duras.
Simplemente ya no me hacían efecto.
Solamente me quitaban el malestar pero no me ofrecían nada bueno.
Ya sé que las drogas no son aconsejables y que es mejor evitarlas pero durante un tiempo es innegable que producen una experiencia muy placentera difícil de obtener de otra manera.
Así que cuando vi con claridad una vez más que había llegado el momento de parar, fui a casa de mi madre a pedir sopitas, segura de que me llevaría a un buen psiquiátrico para desintoxicarme como en otras ocasiones.
Me equivoqué.
Mi madre, que no era idiota, se había dejado asesorar por alguien que sabía del tema y antes de que yo me expresara, me dijo:

“No cuentes con mi ayuda ni con mi dinero”.

No lo podía creer.
Nunca me había dejado en la estacada.
Salí a la calle sin saber a donde dirigirme.
Y sucedió el milagro como sucede siempre que me siento incapaz de resolver mis problemas.
Me encontré con un ángel que me mandó a Proyecto Hombre.
Proyecto Hombre es una terapia muy fuerte, especial para la rehabilitación de toxicómanos.
La empezó a poner en práctica un sacerdote italiano en Bolzano tomando como referencia lo que hacían en Estados Unidos para desintoxicar a los soldados que volvían  de Vietnam en pésimas condiciones.
PH no era tan duro pero la base era la misma.
Es difícil, muchos tiran la toalla, pero yo lo conseguí.
Tenía muy claro que era mi única alternativa.
No tenía salida.
Y lo hice.
Me sentía como los astronautas cuando se entrenan para ir al espacio.
Me preparaba para disfrutar de la vida.
Hacía muy poco tiempo que empezaba en Bilbao y a pesar de que mis condiciones no eran las habituales, llegamos a un acuerdo para que me admitieran.
La gente que empezaba PH era más joven y no tenían la vida tan organizada como yo.
En principio exigían que la persona que hacía PH estuviera siempre acompañada.
Gracias  a Dios mi madre se negó.
El presidente de PH le preguntó:

¿No tiene tiempo?

Y ella contestó:

Si, claro que tengo tiempo pero no quiero hacerlo.

No le quedó más remedio que hacer una excepción y permitirme estar sola, lo que para mi supuso un gran alivio.
Creo que no habría sido capaz de dejarme acompañar por mi madre, con quien no me llevaba nada bien ni tenía demasiado en común.
Lo hice como pude, a trancas y barrancas, teniendo muy claro que pasara lo que pasara no me permitiría tirar la toalla.
Lo conseguí.
Desde que terminé PH nunca se me ha pasado por la imaginación la idea de “experimentar con drogas”.
Creo que nunca podré agradecer suficiente a mi madre lo que hizo conmigo.
Gracias a su negativa no me quedó más remedio que tomar las riendas de mi vida, ya que en definitiva, era mi propia responsabilidad.
Para ella no fue fácil y sin embargo a mi me salvó la vida.

He tenido suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario