lunes, 17 de agosto de 2015

La policía hace su trabajo










Algunas noches me faltaba tranquilidad.
Vivir en una planta baja puede resultar molesto y peligroso.
Mi exmarido conocía muy bien las diversas maneras de entrar en la casa sin necesidad de usar las llaves.
Así que a veces, no demasiadas gracias a Dios, se presentaba borracho en el medio de la noche y cuando yo le oía forcejeando, llamaba a mi hermano Gabriel que con santa paciencia bajaba, hablaba con él y conseguía que se marchara.
Todavía recuerdo que el primer día que le llamé, Gabriel apareció con una escopeta de caza.
No recuerdo cómo ni por qué, el comisario Daniel Romero que era el que me había entrevistado cuando me llevaron a comisaría, se había enterado de mis problemas y me había dado su teléfono privado.
Quizás lo hiciera a través de Cala a quien conocía por motivos diferentes a los míos.
Me vino bien.
Estábamos todos en mi cuarto viendo la tele y Carlos empezó a dar golpes.
Llamé a Romero e inmediatamente se presentaron dos policias de paisano.
Teníamos miedo.
Parecía que Carlos estaba violento.
No conseguía entrar y empezó a llamar por teléfono.
Un policía cogió el teléfono e imitó tan bien la voz de un niño que consiguió hablar con él y que dejara de molestarnos.
Mi dormitorio parecía el plató de una película en lugar de una casa particular.
En mi mesa de trabajo había una caja preciosa de madera antigua que había sido de mi abuelo en la que guardaba los lápices de colores.
Mi madre me la había regalado.
Un policía me preguntó qué tenia dentro.
Entre ellos comentaron:

_Parece el estuche de un “Magnum".

No daba crédito a lo que estaba sucediendo.
Yo en la cama, los niños en pijama, el pequeño en su cuna…
Los policías en mi cuarto.
No comprendo como era capaz de mantener la calma.
Mi exmarido era un gran cinéfilo.
Desde su más tierna infancia se escapaba del colegio para ver sesiones dobles.
Conocía a los actores, guionistas y directores y además sabía los títulos de todas las películas así como los argumentos.
Tenía una memoria privilegiada.

Creo que veía la vida como si fuera el guión de una película americana.

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